30.11.10

Consultorio: Un despacho para escribir

Hola a todos,

Me llamo D., vivo en Madrid y tengo 30 años. Después de trabajar como administrativa durante varios años, al quedarme en el paro en 2008 decidí ponerme a estudiar guión, algo que siempre había querido hacer pero para lo que nunca había tenido tiempo. Fue la mejor decisión que pude tomar porque creo que he encontrado mi verdadera vocación.(…) El problema es que no vivo sola en casa y muchas veces no dispongo de un lugar tranquilo para trabajar, con lo que me desconcentro a la mínima y no rindo todo lo que debería.

Cerca de casa he visto que se alquilan unos despachos a un precio razonable y no me importaría coger uno. Pero, como no me sobra el dinero, me preguntaba si se os ocurre alguna actividad paralela, relacionada con el guión a ser posible, con la que pudiera costear el alquiler sin que me quitara demasiado tiempo para escribir. ¿Alguno podríais orientarme? ¿los que no estais trabajando en las oficinas de ninguna productora, escribís en casa o en un estudio?

Sé que es una pregunta demasiado particular que quizá no encaja con la filosofía del consultorio de bloguionistas, pero no dejo de darle vueltas al asunto porque creo que tener un lugar de trabajo propio donde poder reunirme además con otros colegas para desarrollar proyectos comunes me sería de gran ayuda. (…)

Muchas gracias,

D.


Hola, D, aquí D. Muchas gracias por tu mail y por leernos. Como has visto, he abreviado tu consulta, limitándola a un tema. Por cuestiones de espacio, y por mantener cierta coherencia en la sección, creo que es mejor limitarnos a un asunto por consulta. Te respondo a la cuestión sobre el lugar de trabajo porque últimamente me ha ocupado un poco.

A veces, a los guionistas de televisión nos toca, como dices, trabajar en la oficina de una productora y pasamos allá la mayor parte del tiempo (suele ser el momento en que hay que preparar la “biblia” de una serie, los arcos dramáticos de la temporada, la escaleta de un episodio o de un bloque de episodios), pero hay largos periodos en los que el guionista tiene que trabajar solo. Por ejemplo, cuando toca dialogar, redactar la escaleta, escribir documentos, perfiles de personajes o, en el caso de un proyecto personal, no solicitado por ningún productor… prácticamente todo el tiempo.

Como comentas, trabajar en casa es bastante jodido cuando no vives solo. También es bastante jodido cuando sí vives solo, te lo garantizo. Para distraerse no hace falta tener una familia armenia celebrando un cumpleaños en la habitación de al lado. Para distraerse basta una mosca, el ala de una mosca o incluso la idea del ala de una mosca. El problema es que no sólo hay moscas. Hay otro asuntillo que seguro que te suena, una cosa llamada Internet. Ahora mismo, en España, cientos de personas saben que deberían estar haciendo otra cosa y, en lugar de eso, están leyendo esta frase. Por que está en Internet, que es gratis. Porque, en cuanto lean esto, se ponen con su guión, o se leen esa escaleta que tienen pendiente, o limpian el horno o recogen a su padre del hospital, que el hombre lleva dos horas en la sala de espera. Pero nada, aquí estamos todos, leyendo algo que, honestamente, sabemos, sólo va a aportarnos un par de sonrisas y un cuarto de hora menos.



Si, como parece tu caso, nadie te impone unos plazos de entrega para tu trabajo, la cosa se complica mucho más. Podrás rescribir la misma frase doscientas veces, o aplazar la escritura otras doscientas veces más. Un truco suele ser inventarse la urgencia, inventarse al productor ansioso de leer nuestra obra. Ponerse un plazo, más o menos urgente (para no relajarse) pero también realista (para no frustrarse ni angustiarse innecesariamente). La fecha tope de algún concurso, una reunión con un productor, la llegada de las vacaciones… cualquier excusa es buena para fijarse un momento para el que nuestro trabajo deba estar terminado.

Me preguntas por espacio y te hablo de tiempo. ¿Por qué? Porque si el tiempo está limitado, el espacio pasa a importar menos: si tengo que entregar un guión mañana, llevo 30 páginas, y de esa entrega depende poder ganar treinta mil euros, te garantizo que no me va a distraer una mosca, tampoco Internet, ni siquiera la familia armenia que insiste en que pruebe su tarta de cumpleaños. Si no hay plazo ni prisa alguna, me distraeré en mi casa o en el despacho más aséptico.

Una vez puntualizado esto, vamos con algunas de mis opiniones prácticas sobre espacios de trabajo. Son las cosas que me funcionan (y no siempre) a mí, se admiten otras, en la sección de comentarios.

Lo ideal sería trabajar en casa: es cómodo, barato y puedes tener un montón de material de consulta a tu disposición. Sin embargo, a casi todos nos resulta difícil trabajar en el mismo lugar en el que vivimos, ya que somos casi incapaces de separar actividades: en lugar de escribir, te escapas al frigo, pones una lavadora… o, al revés, te pones a leer una escaleta mientras ves el partido de tenis. Acotar el lugar y el horario de trabajo dentro de tu propia casa sería la solución ideal pero… a veces hay que conformarse con soluciones más prácticas.



Despacho. Puede ser la solución perfecta… si tienes pasta. Desplazarte a otro lugar, configura tu jornada de trabajo. Casi sin querer, te encontrarás que estableces una disciplina, unas rutinas, que te son cómodas para trabajar. Además, tendrás la posibilidad de crear tu propio espacio ideal de trabajo, con los elementos que necesitas y, a ser posible, pocas distracciones. Puntos en contra: un despacho ideal, silencioso y apartado, le deja a un solo ante su trabajo y esto, a veces, es duro. Los momentos de frustración o distracción en un entorno aséptico y solitario como el de una oficiona pueden ser especialmente duros. Segundo y principal: como ya he mencionado antes, tener un despacho propio implica una inversión. Sugieres que podrías buscarte un trabajo para poder pagarte el despacho. Preguntas si podemos sugerirte trabajos relacionados con el guión que no te quiten demasiado tiempo. Lo ideal sería trabajar como analista, lector de guiones, story editor, traductor... Si puedes conseguir alguno de estos empleos, tal vez te vayan bien para asegurarte ciertos ingresos sin quitarte demasiado tiempo. Sin embargo, cuando leí tu consulta, lo siento, idea me recordó a la del tipo que, para comprar gasolina, vendió su moto. ¿De qué te sirve un despacho para escribir si, para pagarlo, vas a trabajar en otra cosa? Conozco muy pocos guionistas o escritores que tengan un despacho (fuera de casa) y todos ellos han conseguido sacar adelante su trabajo. Si quieres escribir, lo harás, en un despacho propio o en el salón de tu casa. No creo que tomar un trabajo, aunque sea a tiempo parcial, sea el mejor camino para lograrlo.

Entre la casa y el despacho propio existen opciones intermedias.

Lugares públicos. Es la opción que he elegido yo últimamente (escribo esto en una cafetería, junto a una ventana, en un netbook que cuesta 400 euros como mucho). Una cafetería decente te asegura: calefacción, buen café, wifi (que, por otro lado, puede ser una distracción), un entorno de trabajo más o menos atractivo y un lugar digno para tener pequeñas reuniones. Evidentemente, tienes que consumir algo, pero nadie te obliga a gastarte un pastón cada día. Puedes alternar varias y, poco a poco, elegir tus favoritas. Con un poco de suerte, incluso conocerás gente. Y si el ruido te molesta, puedes ponerte el MP3 con música “inspiradora”.



Más económica que una cafetería y, con casi todas sus ventajas: la biblioteca pública. Afortunadamente, casi todas las ciudades o pueblos cuentan con una biblioteca con sala de lectura abierta durante muchas horas al día. También hay salas de este tipo en museos, centros culturales, universidades, fundaciones… Muchas de ellas cuentan con wifi gratuito y el ambiente de estudio y recogimiento parece el ideal para trabajar en un guión. El mayor inconveniente es que estos lugares suelen estar llenos de estudiantes que acaparan las plazas. Sin embargo, estoy seguro de que, en poco tiempo, uno puede descubrir cuáles son los momentos y los lugares adecuados para conseguir un espacio de trabajo sin tener que pegarse con nadie.



Una de las grandes ventajas de nuestro trabajo es que no exige apenas infrastructura para llevarlo a cabo. Tu guión no va a ser mejor por que los escribas en un Mac de última generación en lugar de usar un básico netbook, un despacho perfecto no va a convertir tus sosos diálogos en réplicas chispeantes. Tampoco pasará lo contrario, te lo garantizo. Escribir bien es tan barato como escribir mal. Eso sí, requiere mucho tiempo. D, si lo que quieres es escribir, intenta hacerlo. Busca cuáles son tus horarios y lugares ideales para ello, pero no dejes que nada te aleje de ese objetivo.

Espero que esta respuesta, aunque parcial, te haya resultado útil. Te envío un saludo y te deseo mucha suerte para tus guiones. Los escribas donde los escribas.

16.11.10

Análisis de películas: La Red Social (spoilers)

(Advertencia/perogrullada y empiezo: los guiones que “analizo” son los rodados. Todos los guionistas tenemos experiencia de directores que “destrozaron” nuestro guión. Sin embargo, resultaría cansado y difícil buscar y leer los guiones previos al rodaje. Además sería bastante inútil, porque casi ningún lector del blog sabría a qué me estaba refiriendo. Es decir: Sorkin, si tenías una escena que Fincher suprimió en la que se resolvían Todos los Posibles Fallos que cualquier Persona pueda Ver Jamás en "La Red Social", lo siento, aquí hablamos de lo que se ve en la pantalla).

Vamos allá.

"La Red social" es una película dirigida por David Fincher y escrita por Aaron Sorkin, que ha adaptado el libro – reportaje (no ficción) de Ben MezrichMutimillonarios por accidente” (elegantemente subtitulado: "el nacimiento de Facebook, una historia de Sexo, dinero, talento y traición"). Este libro tiene como fuente principal a Eduardo Saverin, cofundador de Facebook. (Luego entenderéis porque me extiendo tanto sobre este asunto).

Breve resumen Mark Zuckerberg crea, con la ayuda de su amigo Eduardo, una red social de inmenso éxito, en el camino, sin embargo, acaba perdiendo a su amigo y quedándose solo.

Estructura (ojo, espoilers por todo)

Detonante: Mark es rechazado por su novia.

Primer acto: Resentido con su novia, Mark crea, con la ayuda de Eduardo, una exitosa página con fotos de alumnas universitarias. Aunque la página le acarrea sanciones y descrédito, también le permite ver una oportunidad de éxito. Y contactar con los hermanos Winklevoss (y su socio Divya Narendra) que le proponen colaborar un proyecto similar pero más elitista. Mark acepta.

Primer punto de giro: Tras escuchar la propuesta de los Winklevoss, Mark decide crear su propia red social exclusiva: (The) Facebook. Eduardo se enrola en el proyecto (minuto 28)

Segundo acto: Mientras relega a los Winklevoss, Mark lanza su propio proyecto, que les trae a él y a Eduardo un éxito inmediato. Los Winklevoss les acusan de plagio. Por este y otros motivos, surgen las primeras diferencias entre los dos amigos. La entrada en escena de Sean Parker, que cautiva a Mark, hace perder influencia a Eduardo. Después de que Mark se traslade a California, el enfrentamiento entre él y Eduardo llega a su cénit.

Segundo punto de giro: Eduardo congela las cuentas de Facebook poniendo en peligro la supervivencia de la empresa (minuto 93)

Tercer acto: Gracias a la gestión de Sean, Facebook consigue un inversor multimillonario. En la subsiguiente ampliación de capital, Eduardo es víctima de un truco legal por parte de Mark y Sean. Su participación en la empresa queda drásticamente reducida. La amistad entre los dos ha acabado. Un acuerdo extrajudicial resolverá el asunto, pero Mark queda más solo que nunca.

Nota sobre estructura: al salir del cine, hubiera apostado por la secuencia en la que Eduardo firma el contrato "tramposo" como segundo punto de giro. Después, pensándolo un poco y fijándome en el minuto de película en el que sucedía (tarde, aproximadamente en el 100) me decido por el momento del enfrentamiento entre Mark y Eduardo, la amenaza del primero al segundo de que “se va a quedar por el camino” si no se incorpora en cuerpo y alma a Facebook y la venganza de Eduardo congelando las cuentas. Creo que es el enfrentamiento decisivo, el que desencadena todo lo que viene después. La firma del contrato es sólo una consecuencia para un personaje “secundario”,

Protagonista

Mark Zuckerberg (*)

Antagonistas

Eduardo Saverin, hermanos Winklevoss, Divya Narendra, abogados, etc.

Objetivo del protagonista:

Sacar adelante una gran red social “que mole”

Aliados:

Eduardo Saverin, Sean Parker, otros trabajadores de FB, abogados, etc.

Obstáculos, reveses:

Demandas judiciales, obstáculos económicos, autoridades académicas, problemas de comunicación (dificultad para relacionarse)…

Mi análisis:

Empecemos con algo objetivo y desapasionado: el de “La Red Social” me parece un guión maravilloso, daría mis dos manos por escribir así, sino fuera porque las necesitaría para poder escribirlo. Suele destacarse el ingenio de Sorkin para los diálogos ingeniosos y, a la vez, profundos, pero creo que en esta película tiene especialmente mérito la estructura: lo maravillosamente que fluye esta historia llena de saltos en el tiempo que, aunque no lo parece, es, en el fondo, una película de abogados.

Lo es en, por lo menos, dos sentidos. Primero, porque son las declaraciones de los diferentes personajes en reuniones extrajudiciales las que conforman la estructura de la historia: durante casi toda la película seguimos el testimonio de Eduardo (y también el de los Winklevoss en su “subtrama”). Es una especie de película de "juicios" muy hábilmente camuflada.

En segundo lugar, digo que esta es una película de abogados porque parece haber sido escrita entre Sorkin y un equipo de letrados. Escribir sobre hechos reales, sobre personajes vivos (y muy ricos) puede suponer un montón de problemas legales. Me da la impresión de que eludirlos ha influido en muchas decisiones de guión.

La práctica habitual para intentar librarse de problemas legales cuando se aborda un hecho real es comprar los derechos para adaptar un libro sobre el asunto. El guión debe ceñirse a los hechos que el autor ha investigado. Será este autor quien deba hacer frente a cualquier responsabilidad legal caso de que su investigación se revele falsa. (Otra opción es esperar a que haya una sentencia judicial sobre el caso y tomar la versión “probada” como fuente principal para el guión).

Esto hicieron los productores de la película. Adquirieron los derechos de "Multimillonario por accidente" de Ben Mezrich, quien, como decía más arriba, tuvo como fuente principal a Eduardo Saverin, el cofundador de Facebook finalmente “traicionado” por Zuckerberg. Mi tesis es que esto tiene que ver con…

La curiosa cuestión del punto de vista en “La Red Social”

No soy un gran experto sobre el asunto del punto de vista, pero incluso a mí me llamó la atención cómo, pese a que Mark es el protagonista de la historia, el guión adoptaba otros puntos de vista, especialmente en los momentos más peliagudos, de hecho, alrededor de los dos puntos de giro de la historia: 1º no asistimos a la decisión de Mark de crear Facebook tras escuchar la idea de los Winklevoss (saldremos del cine sin idea clara sobre qué le llevó, en ese momento, a tomar esa decisión o a qué se debieron, realmente, sus “largas” a los Winklevoss) y 2º tampoco presenciamos los motivos por los que Zuckerberg decide tender esa “trampa legal” a Eduardo. Evidentemente, el guionista aporta información (tal vez demasiada, de esto hablaré más abajo) que nos puede ayudar a llenar esos huecos, a imaginar esas escenas, pero los motivos reales de la actuación de Zuckerberg en estas dos grandes decisiones siempre nos resultarán misteriosos.

El desplazamiento del punto de vista a Eduardo es especialmente llamativo en el último tercio de la película, cuando, realmente, los dos personajes se separaron en, por lo menos, dos sentidos. Como es lógico, la primera parte, la que se desarrolla principalmente en Harvard, en la que los dos socios eran amigos y vivían muy cerca, no muestra esta “carencia”: el relato de Eduardo nos da una información bastante completa (con esa relevante excepción: no sabemos hasta qué punto “plagió y distrajo" conscientemente a los Winklevoss y Cía.). De pronto, en cambio, cuando Mark se muda a California, casi todo empezamos a verlo desde los ojos de Eduardo.

Y, como ya comenté en el caso de “Buried”, suele ser mucho menos interesante la víctima que el verdugo. Imagino que los motivos de esta decisión de guión son legales. El inmenso talento del guionista, del director y de todo el equipo hacen que, al menos en mi opinión, esta limitación (no poder ficcionar escenas importantes sobre el personaje de Zuckerberg) pase bastante inadvertida. Sorkin y Fincher hacen incluso de necesidad virtud y convierten el hermetismo del protagonista en uno más de sus actractivos. Eso sí, a algunos espectadores la incapacidad de conocer qué mueve a Mark puede impedirles empatizar con él y, en consecuencia, producirles la impresión de que la película es demasiado “fría”.

Sin embargo, creo que la película, hasta donde puede, sí da ciertas pistas sobre qué es lo que ocurre en la mente de su protagonista. Y, coincidiendo con lo que escribía Jonás Trueba en su blog, eso es precisamente lo que menos me gusta de esta película.

Como dice Ángela Armero en su post de este último viernes, aquí en Bloguionistas, sobre su experiencia escribiendo “Alfonso, el príncipe maldito”, “a la hora de contar las vidas de personajes que existieron en realidad, hay que buscar relaciones entre hechos, causas y efectos; puede que existieran, o puede que sean cosecha nuestra.”

Sorkin (y tal vez también Mezrich, no he leído el libro), al no tener acceso a las causas reales que mueven a Zuckerberg (acceso que, como dice en este post Ana Sanz Magallón, muy posiblemente ni siquiera el propio Zuckerberg tenga), se decide por sugerir unas cuantas posibles causas de su actuación. Dos de ellas están muy presentes en la (por otra parte memorable) escena inicial.

Vamos con ellas:

- Zuckerberg no es capaz de mantener relaciones afectivas o sociales significativas: ser abandonado por una chica le lleva a crear Facemash, precursor de Facebook.

- Zuckerberg es un tipo ambicioso que quiere trepar en la escala social y está obsesionado por entrar en clubs elitistas.

La película recuerda con cierta frecuencia estos dos posibles resentimientos (contra las mujeres y, sobre todo, contra el “establishment” elitista) como motores del protagonista. Entiendo que escribir sobre un personaje real puede ser muy problemático y que uno puede tener que llegar a crear de su propia cosecha conexiones causales (no sé si entiendo esta necesidad, realmente, pero bueno, sigamos) entiendo que Sorkin haya sentido esta necesidad pero... ni siquiera la propia película es coherente con esta decisión ya que, a lo largo de “La Red Social”,

- Zuckerberg nunca hace un intento de ligar con una chica, ni siquiera llama a la chica de la que se le supone enamorado (sólo trata de hablar con ella cuando se la encuentra casualmente)

- Zuckerberg no hace un solo intento de entrar en un club elitista, tampoco se comporta como un tipo que ame los lujos o la pompa cuando la fortuna le sonríe

Personalmente, siempre hay más de una causa para el comportamiento de un personaje, me pongo muy nervioso. Puede ser que el personaje trate de engañarse con algún pretexto, pero la razón por la que actúa debe de ser, en mi opinión, una. El guionista debe conocerla y el espectador atento debe sentirla. Creo que las dos razones enunciadas más arriba son elementos a los que el guionista ha dado demasiada importancia (tal vez también por utilizar una versión de los hechos dada por las "víctimas" de Zuckerberg) pero, en cambio, como explico más arriba, no son coherentes con el resto del retrato del protagonista.

En mi opinión, el verdadero motor del personaje está también en la película, es más simple y claro que los otros dos sugeridos: Mark Zuckerberg quiere crear una red social que “mole”: no le importa el dinero que pueda ganar con ella, no le importan los amigos que pueda perder para conseguirlo, no le importa el prestigio social, entrar en un club elitista, tampoco el éxito entre las chicas…

Todo lo que he escrito se refiere únicamente a la película, así que no es necesario recurrir a cómo fueron los hechos de la vida real para analizar si "La Red Social" de un constructo dramático coherente o no. Sin embargo, parece que en este caso, la realidad, al menos según declaraciones de Zuckerberg, se ajusta bastante al retrato del monómano accidentalmente multimillonario que hubiera podido ser “La red social” si sus autores se hubieran contenido un poco a la hora de echarle especias al guiso.Pequeña nota: "La Red Social" es una gran película sobre la fundación de Facebook. Sin embargo, apenas vemos el funcionamiento de esta red social, como parecía anunciar este hipnótico trailer que, en mi opinión, tiene un poder de evocación lamentablemente ausente de la película que anuncia. (Por cierto, las primeras palabras del fragmento de "Creep" utilizado dicen: "I don't care if it hurts. I wanna have control" - "Me da igual que duela, quiero tener el control").

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9.11.10

Tres buenas noticias

Chicos, tal vez sea un iluso pero… las últimas semanas me han hecho ser algo optimista sobre el futuro de las series televisivas en nuestro país. Por tres motivos.

Estoy seguro de que todos conocéis uno de ellos.

Hispania

Una serie muy sólida, con una factura técnica sin apenas precedentes en la televisión de nuestro país, bien escrita, bien interpretada y creíble. Uno de sus mayores méritos, en mi opinión, no se ha destacado suficientemente: "Hispania" es épica y… funciona. La ficción en nuestro país (y no hablo sólo de la televisiva) ha sido, en general, cómica o, como mucho, de tono realista, costumbrista. No recuerdo otro caso reciente de película o serie en la que los personajes lucharan por algo grande, por unos ideales colectivos de manera seria y verosímil. Nuestra ficción, tal vez por un exceso de épica nacionalista vivida durante los años de la Dictadura franquista, tal vez por seguir una tradición algo cínica, había sido en los últimos tiempos incapaz de contar una historia épica. Los escasos intentos realizados se enmascaraban tras exaltaciones poéticas del fracaso (“Alatriste”) o revisiones poco preocupadas por la fidelidad histórica pasadas por el filtro de la comedia costumbrista y el cómic (“Águila Roja”). En ese sentido, "Hispania" no es sólo una serie de éxito, no es sólo el fenómeno de la temporada, sino que abre para nuestra ficción un terreno inexplorado durante muchos años. Parte del mérito de la serie de Bambú para Antena 3 es que, precisamente por adentrarse en un terreno casi virgen, se ha visto obligada a establecer las normas, a crear un universo por el que transitarán (sin duda) muchas series a partir de ahora. Me explico: los guionistas, sus directores, actores… han tenido que establecer cómo hablan esos personajes, hasta qué punto son necesarios los arcaísmos en el lenguaje, hasta qué punto deben ser fieles a la historia documentada, hasta dónde pueden llegar los escotes de las actrices... Los actores (y quienes les dirigen) han debido establecer hasta qué punto deben expresarse con el tono natural con el que acostumbran a hablar y hasta qué punto usar el tono sin acentos y ceremonioso que casi inconscientemente asociamos con aquella época…

Ojo, evidentemente, como cualquier espectador, tengo unas cuantas reservas sobre la serie (en mi caso, me gustaría que el tono épico se aliviara de vez en cuando, que hubiera algún momento de menor exaltación dramática, que nos permitiera ver la vida cotidiana de esos pueblos, y las relaciones entre sus personajes) pero, como incluso sus máximos responsables han escrito aquí, en Bloguionistas, todos sabemos que no se trata de una serie perfecta, sino de lo mejor que han sido capaces de hacer. Y, en mi opinión, desde luego, lo que han conseguido ha sido mucho. Muchísimo.

En definitiva, en mi opinión, lo mejor de “Hispania” no es sólo que sea una estupenda serie, sino que, además, abre el camino por el que podrán transitar muchas más, y ójala sean tan buenas como esta.

Al menos para mí, la segunda buena noticia de estas semanas ha sido...

Museo Coconut

La primera sitcom de los "Chanantes" fue estrenada el lunes pasado en Antena Neox. Así como la acogida de “Hispania” ha sido casi unánimente positiva, “Museo Coconut” ha recibido una respuesta mucho más tibia. Las críticas más duras han llegado, en una aparente paradoja, de quienes se dicen “grandes fans” de los “Chanantes”. Se produce aquí algo parecido al síndrome del fan de los grupos independientes que comienza a despreciar a su banda antes favorita porque ha fichado por una multinacional y comienza a vender muchos más discos: los supuestos fans son más cerradis que los propios artistas y se desesperan porque en “Museo Coconut” no existe la sección Celebrities, no sale Enjuto Mojamuto o dejan de repetirse algunas frases emblemáticas de anteriores programas. Afortunadamente, los “Chanantes” son más flexibles que muchos de sus fans. Sin ser una serie perfecta (no creo que exista tal cosa, por cierto) “Museo Coconut” es una sitcom que dura lo que debe durar una sitcom, basada en personajes claramente definidos y que, en mi opinión, mezcla adecuadamente el humor surrealista de los Chanantes con las exigencias de una trama (en la que existe, evidentemente, menor libertad que una sucesión de sketches).

Es cierto que las risas (grabadas en directo, no enlatadas) resultan algo exageradas y molestas (aunque uno no tarda demasiado en acostumbrarse a ellas) y que visualmente es una serie poco atractiva, pero opino que no está, en tampoco en estos aspectos, demasiado lejos de series internacionales como “The IT Crowd”. Precisamente me parece que “Museo Coconut” comparte con esta serie británica un envoltorio de sitcom clásica (casi antigua) y unos contenidos surrealistas y subversivos.

Justo lo contrario es lo que consigue la tercera buena noticia de estas semanas:

¿Qué fue de Jorge Sanz?

He podido ver la serie completa en un pase previo a la emisión, que empieza este viernes 12, en Digital + (después, para los no abonados, estará disponible en la web de la cadena y en DVD).

Como ha dicho repetidamente el propio creador de “¿QFDJS?” (abrevio así a partir de ahora), David Trueba, la referencia de su serie es clara: “Curb your enthusiasm” de Larry David, es decir, una serie en la que la realidad y la ficción se entrelazan, en la que los géneros (cómico y dramático) se mezclan. No hay aquí risas grabadas, no hay un solo plató, tampoco un travelling o una steady... pero, también paradójicamente, hay imágenes apenas vistas en nuestras series: conversaciones en la cabina de un tren AVE a toda velocidad, paseos por la playa de Barcelona, hasta un accidentado rodaje en Guatemala... Todo parecen grabaciones domésticas del viaje de Jorge Sanz, un héroe imperturbable, hacia la miseria, o, por ser algo menos dramático, hacia esa miseria que es para un actor el olvido.

La serie está llena de actores y famosos interpretándose a si mismos: Santiago Segura y Juan Luis Galiardo, antológicos en un no menos antológico episodio dedicado a los Premios Goya, Antonio Resines, Juan Diego Botto… todos ellos aceptaron aparecer en la serie riéndose de sí mismos, o, más precisamente, de la imagen que proyectan.

Resulta curioso, pero también lógico, que la renovación formal de la comedia televisiva, la llegada a nuestra televisión de este "look pseudodocumental" y este tono agridulce (que tiene también mucho que ver con el de series británicas como “Extras” o “The Office” de Ricky Gervais) vengan de la mano de un director y guionista procedente, sobre todo, del mundo del cine.

“¿QFDJS?” no es la serie para los espectadores que esperan una ficción de evasión, llena de chistes o supuestamente sorprendentes giros de guión. Al contrario que casi toda la ficción televisiva realizada en nuestro país, la serie dirigida por David Trueba quiere parecerse a la vida, a eso que ocurre fuera de los platós, y tal vez, precisamente por ello, narra la historia de alguien que apenas sabe vivir fuera de ellos.

Lo mejor de estas tres series es que, como decía en el caso de “Hispania”, abren tres nuevos caminos, casi inexplorados, a la ficción televisiva. Tres tonos que, por fin, no tienen que ver con la dramedia pseudocostumbrista a la que estamos acostumbrados. No es casualidad que ninguna de estas tres series proceda de las grandes productoras surgidas a partir de la llegada de las televisiones privadas. Tampoco que dos de ellas, las dos comedias, orientadas a públicos menos amplios, procedan de cadenas que, hasta ahora, no habían apostado por la producción propia: Antena Neox y Digital Plus. ¿Estamos por fin ante la llegada de series más específicas, para un público más definido? Yo diría que sí. Pienso que, por fin, después de una larga espera, creo los tiempos están cambiando. Para bien.

(La semana que viene, Análisis del guión de "La Red Social" dirigida por David Fincher, escrita por Aaron Sorkin)

2.11.10

Consultorio: ¡¡Thriller!!

Hola, estoy tratando de escribir el guión de un policiaco. A pesar de haber escrito algún guión de televisión de este género, me doy cuenta de que tengo dificultades para manejarme con este tipo de tramas.
Hay momentos en los que me pierdo en el laberinto de mi propia historia, y otros en los que temo ser demasiado simple. ¿Me podéis recomendar alguna lectura que me de claves para hacer mi historia mejor construida y más convincente? Y con esto no pretendo que nadie me de una "fórmula", sino principios a tener en cuenta en este tipo de historias.
Bueno, nada más, y gracias por vuestro tiempo.

C.

Hola, C., a pesar de que no soy un especialista en thriller, cuando llegó esta consulta a la espaciosa sala de correo de Bloguionistas, di un respingo. El Pianista, estaba cargando su arma recortada para salir a emprender una de sus excursiones de castigo por la ciudad, Chico Santamano repasaba un vídeo con los mejores momentos de Gran Hermano… así que, con cierta rapidez, aproveché su despiste para robar tu carta y traérmela a casa para contestarla.

¿Por qué tenía ganas de responder?

Por que yo he estado ahí.

Hace unos años, acababa de escribir un guión de largo para un productor, que quedó bastante satisfecho. Era una historia de amor. Me preguntó, con esta informalidad de los productores, que creen que un guionista siempre acarrea un saco lleno de ideas, si tenía “algo” para una TV movie. La verdad era que sí. Por una vez estaba preparado para esa pregunta. Unos meses antes un compañero de piso, redactor de sucesos en una radio local me había contado cierto suceso truculento y había empezado a documentarme sobre el asunto. No sé ni cómo pero… logré escribir un tratamiento inspirado en este hecho real que gustó tanto al productor y a las teles implicadas que, de pronto, el proyecto dejó de ser una TV movie y pasó a ser una película de cine.

Hasta ahora, excepto por el pequeño detalle, intrascendente aquí, de que el productor no era ejemplar en el asunto de los pagos, todo parece una estupenda historia de éxito profesional.

¿Qué pasó entonces?

Que me encontré, yo solo, intentando escribir un guión de largometraje basado en aquél tratamiento no excesivamente detallado.

Por no ser demasiado dramático, diré que simplemente fue horrible, espantoso, apocalíptico. La historia se me escapaba por todas partes. Intentaba atar unos cabos y éstos se desataban por otro lado. Llegué a creer que me estallaba la cabeza. Peor aún, pensé que nunca iba a poder escribir aquello.

Imagino que, más o menos, estás ahí, C.

Esta sensación sólo me ha ocurrido trabajando en thriller. He escrito comedias, dramas, historias con elementos fantásticos, estoy preparando un musical sobre varios relatos de Los Hollister… pero sólo escribiendo aquél thriller me he sentido como un niño manco nadando en un mar lleno de tiburones. Es una impresión personal, pero creo que hay algo en este género que lo hace particularmente complicado. Al menos según mi experiencia, escribir algo de género claramente fantástico es menos complicado. Una historia de fantasmas, por ejemplo, una vez definidas las maneras en que se realizan estas manifestaciones sobrenaturales, te da un marco claro de lo admisible o no dentro de la película.

Pienso que el thriller, en cambio, hace que el guionista se plantee constantemente si el público se “creerá” o no la historia. Lo mismo ocurre con el propio autor, cuyas fases de crisis suelen ser porque él mismo no se cree que esa gente esté matando por un “Objeto que Cambiará el Mundo” (y que, evidentemente no es más que un McGuffin) o que no sabe cómo evitar que el protagonista vaya de una vez a la comisaría de policía y ponga, de una vez, todo ese lío en manos de profesionales. Uno puede llegar a ponerse muy estricto en cuanto a la verosimilitud (y esto puede bloquearle) o demasiado indulgente (y su guión puede resultar una sucesión de secuencias que resulten caprichosas y, por lo tanto, poco interesantes).

Escribiendo un thriller te ves obligado a “cerrar puertas”, eliminar las opciones que cualquier persona normal seguiría, para conducir a tu protagonista a través de una sucesión imparable de situaciones tensas que cualquier ser humano corriente trataría de evitar.

En cierto sentido, diría que es el género más “tramposo” o, por decirlo de manera menos hiriente, tal vez el género en el que el guionista tiene que usar todos sus trucos. Incluso en los clásicos del género se pueden encontrar saltos lógicos poco defendibles.

En mi caso, parece que me había quedado sin suficientes trucos para completar aquél guión.

¿Qué hice entonces?

Llamé a un amigo.

Le pedí que escribiera conmigo el guión. Afortunadamente, además de ser amigo, era un estupendo guionista que ahora se dedica casi exclusivamente a la novela. Caso de ser un amigo mecánico de automóviles tal vez las cosas no hubiera ido tan bien.

Lo que era una tortura a solas se convirtió en una serie de hilarantes desayunos en el Vips de Fuencarral en los que, además, nuestro guión avanzaba considerablemente.

Juntos escribimos nuestra versión definitiva (aunque luego, el director, sin contar con nosotros, hizo una última), de la que quedamos bastante satisfechos. Cobramos tarde, pero bien, la película se hizo, con presupuesto mínimo, y se estrenó en Zabaltegi y, después, tuvo una carrera comercial breve y discreta. Pero ésa es otra historia.





He preguntado a mis compañeros de Bloguionistas por algún libro especializado en guión de thriller. David Muñoz y Ángela Armero me han citado este de Andre Jute (que, por cierto, está dedicado a la escritura de novelas de este género, no específicamente a guiones) pero no me lo han recomendado con gran entusiasmo. Una búsqueda en Amazon arroja unos cuantos resultados, pero tampoco parece haber mucha literatura especializada en guión cinematográfico. Robert McKee, en su seminario sobre el Género dedica un día al thriller. Le estuve viendo en Lisboa y fue bastante interesante. Anunció un libro dedicado a este género pero… por lo que veo en su tienda online no ha sido publicado todavía.

Dejando de lado los libros, otra opción es ver unas cuantas películas de un género parecido al tuyo e “inspirarte” en ellas. A partir de cierto grado de inspiración el asunto puede dejar de ser moral. A partir de otro grado más, dejará incluso de ser legal. Pero, de todos modos, con frecuencia, siendo conscientes o no, usamos un recurso visto en otra película y muchas veces nadie lo nota. Al adaptarlo a otra historia, al variar las circunstancias, el recurso imitado queda tan camuflado que nadie lo reconocería.

Sin embargo, creo que, por útiles que sean, ni libros ni charlas ni películas pueden hacer la función que haría un colaborador. Según mi experiencia, escribir un thriller es como fabricar un coche blindado. Cada poco rato tienes que salir y... disparar contra lo que acabas de inventar, sometiéndolo a la prueba de la credibilidad. Uno puede hacerlo solo, pero creo que algo de compañía se agradece. Muchas veces uno necesita a una persona que escuche las propuestas, las critique y aporte algunas posibles soluciones. Y lo haga en tiempo real, replicando a lo que uno acaba de proponer. Eso no lo hace un libro. No lo hace una peli “inspiradora”. Ni siquiera lo hace McKee.

Entiendo que todos solemos tener reticencias a la hora de contar con otro guionista (por orgullo, por pereza, por voluntad de control sobre la historia y, sobre todo, me temo, por la pasta, que habrá que repartir) pero, al menos en mi caso, fue una decisión de la que nunca me he arrepentido y por eso quería compartirla contigo.

Por supuesto, hay soluciones intermedias entre escribir solo y coescribir con otra persona: recurrir a alguien que haga de “frontón” escuchando de vez en cuando tu historia, buscar a un story editor profesional (puedo darte algunos nombres, si los necesitas), asaltar a diferentes amigos para que lean las sucesivas versiones de tu trabajo y te ayuden a decidir si conservar o no esa escena en la que la banda de los Moldavos se lleva el uranio enriquecido…

Ése es mi consejo, basado en mi experiencia, pero... cada uno encuentra las fórmulas que funcionan en su caso. Te deseo toda la suerte del mundo. Y me gustaría que nos contaras cómo y cuando saliste del atasco. Porque, de eso no hay duda, de estos líos siempre logramos salir.

Un saludo y gracias por tu consulta.

ACTUALIZACIÓN (día 2, 17h30)

En la entrada original cometí el error de identificar “policiaco” con “thriller” ya que era éste el término usado por C. en el “asunto” de su mail, pero no en el propio mensaje. Sin ser un gran experto en categorías y géneros, diría que, en general, un policiaco suele estar englobado dentro del thriller. Lo contrario, en cambio, no es cierto (hay muchos thrillers que no pueden calificarse de policiacos. “Con la muerte en los talones”, “El Fugitivo” y muchos otros).

La respuesta original estaba más pensada para este tipo de thrillers en los que el punto de vista no está en los investigadores que tratan de esclarecer un misterio.

En el subgénero policiaco, en cambio, el punto de vista está casi siempre en el investigador, sea cuál sea su condición. Lo que conduce la historia es esta investigación y el final lo determina la resolución (satisfactoria o no) del caso. Como me apunta mi amigo y excelente guionista JM Ruiz Córdoba, en el caso de este tipo de tramas (tipo whodunit) lo primero que suele pensar el guionista es quién cometió el crimen y cómo lo hizo. En el caso del famoso relato de Roald Dahl, el ama de casa mató a su marido con una pata de cordero congelada que luego ofrece para comer al policía que investiga el crimen.

Una vez que uno tiene esa brillante idea el resto del trabajo suele consistir en cubrir las huellas, es decir, en llenar la historia de falsos culpables, arenques rojos y obstáculos para que el investigador tarde 90 minutos en ver aquello que, habitualmente, suele tener delante de sus ojos.

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