13.7.10

El futuro es de los tontos

Cuando estéis leyendo esto, yo estaré en una furgoneta recorriendo Portugal, tratando de huir del calor y el agobio de Madrid y del tranquilo ambiente de Pamplona en estas fechas del año.

Sí, este post es el equivalente de la comida congelada, preparada con antelación, pero, con suerte, casi nadie lo notará.



Hace unos meses, un amigo me invitó a proyectar un corto en un festival de Bolivia. En lugar de hacer un envío postal, alguien me dijo que podía ahorrarme el dinero colgando en Internet los archivos del DVD para que él se los bajara en Cochabamba y armara el DVD completo. Sin embargo, en lugar de hacerlo en YouSendIt o algún otro servicio de FTP, me recomendaron un sitio llamado Dropbox.

Desde entonces, no dejo de usarlo y... os recomiendo probarlo porque creo que es especialmente útil para guionistas, sobre todo para tener continuamente actualizados textos en los que intervienen varios autores en diferentes ordenadores.

La idea básica es que Dropbox guarda una copia actualizada de tus documentos en Internet cada vez que tú los modificas. Simplemente, instalas en tu ordenador (u ordenadores) un pequeño programa que actualiza todos los archivos que has guardado en ciertas carpetas.Si no ha habido modificaciones de los archivos, los deja como estaban. Si, para no sentirte mal, has escrito seis palabras más en la descripción de un personaje, el programa guarda automáticamente en Internet esta versión con seis palabras más.

Ahora mismo, para que os hagáis una idea, yo estoy escribiendo este post en un documento word en mi ordenador de sobremesa. Sin embargo, posiblemente lo deje descansar unas horas para revisarlo más tarde, cuando esté en el Starbucks. Lo habitual sería enviarme a mi propio correo un mensaje adjuntando el documento en versión provisional. Con Dropbox, simplemente, a la hora de guardar este archivo en Word, elijo hacerlo en una carpeta compartida de Dropbox. Nada más encender el portátil y conectarlo a Internet en la cafetería, éste archivo se cargará sin que yo tenga que hacer nada. Me ahorro el envío y recepción de mensaje de correo electrónico.

Dropbox puede ser compartido por varios usuarios, a los que tú autorizas a acceder a algunas carpetas concretas y ofrece gratuitamente hasta dos gigas de espacio de almacenamiento (puedes conseguir más espacio si pagas). Llevo varios meses usándolo y, simplemente, no le he encontrado defecto alguno. Si te encuentras en un ordenador en el que no está instalado Dropbox, simplemente accedes a la página web de Dropbox.com y, tras introducir tu contraseña, tienes acceso a todos los contenidos que has guardado en esas carpetas. Puede ser especialmente útil para contenidos que uno quisiera tener siempre actualizados y que no sabe cuándo ni dónde va a poder necesitar. Por ejemplo; un CV profesional.

Posiblemente existan otros programas que hacen cosas parecidas a las de Dropbox (me han hablado algo sobre Google Docs) pero, sin haberlos probado, reconozco que la sencillez y utilidad de Dropbox me parecen bastante difíciles de superar.

De todos modos, lo de menos es cuál de estas soluciones se vaya a generalizar o imponer en el mercado, lo importante, en mi opinión, es la tendencia cada vez más acentuada a depender de "la Nube". Es decir, a almacenar los datos y, en ocasiones también los programas de software, en Internet, en lugar de en los ordenadores personales. Nuestros terminales se van a convertir cada vez más en simples máquinas de procesar y conectarse a Internet. Es el caso de los netbooks y tabletas tipo Ipad que sacrifican la memoria (la capacidad de almacenar archivos y programas) a cambio de una "portabilidad" mucho mayor. El futuro, en informática también, parece ser de los tontos.

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6.7.10

¿Una nueva dimensión?

Tal vez alguno de vosotros se haya enterado de que hace unos meses se estrenó una película llamada “Avatar” dirigida por James Cameron.

La película fue un éxito mundial descomunal. En plena crisis de la exhibición en salas, consiguió una recaudación aproximada de 2.730 millones de dólares. En términos absolutos, es la más taquillera de la historia.

Muchas salas de todo el mundo adquirieron proyectores de video digital sólo para poder exhibir esta película en 3D (aunque también se exhibió en 2D). En España, por ejemplo, el parque de cines con proyección digital en 3D era en abril de este año de 266 salas, casi un diez por ciento del total.

Hace algún tiempo leí que “Avatar” iba a salvar el cine. Posiblemente era un titular algo exagerado, pero el efecto de la película de Cameron en la exhibición cinematográfica creo que sólo puede ser comparable a los que se produjeron cuando se introdujeron el sonido y el color. Creo que ni siquiera la introducción de los diferentes sistemas de sonido o los efectos visuales por ordenador han influido tanto en la manera de exhibir y ver el cine.

Desde hace años se hablaba de que iba siendo necesario que el parque de proyectores de cine se fuera reconvirtiendo al digital. Las copias en “celuloide” son un caro y voluminoso anacronismo en un tiempo en el que todas las demás fases de la elaboración de una película pueden hacerse (y con gran calidad) en formatos digitales.
Sin embargo, ha hecho falta una película de gran presupuesto, apoyada por un gran estudio y una exagerada campaña de marketing para que muchos cines decidiera que ahora era el momento de acometer esa inversión.

En la estela de “Avatar” han llegado a esas salas numerosas películas en 3D. Muchas de ellas no habían sido rodadas con la intención de ser proyectadas así. Este artículo de El País, bastante interesante, habla sobre lo oportunista que ha resultado la reconversión en 3D ("dimensionalización") de películas como “Furia de titanes”. El proceso de conversión es caro y complejo. Además, es importante rodar sabiendo que la película va a exhibirse en 3D, para evitar movimientos de cámara demasiado rápidos, para jugar inteligentemente con los planos y para no oscurecer demasiado la fotografía (las gafas privan a la película de gran parte de su luminosidad).

Los grandes estudios de Hollywood han encontrado el modo de volver a llevar a los espectadores que habían empezado a desertar de los cines. Además, el argumento de las tres dimensiones ha servido para que los espectadores, en estos tiempos de descargas gratuitas de cine desde Internet, paguen más aún por cada entrada de cine (la entrada para ver "Avatar" en 3D costaba hasta un 50 por ciento más que en la versión de dos dimensiones). Recientemente se ha producido en España el curioso fenómeno de que la película con más espectadores y la de mayor recaudación no fueran la misma.

Sin embargo, la tecnología 3D no sólo ha llegado a las salas. Los televisores y ordenadores 3D comienzan a venderse a precios casi normales. Y existe un canal específico de Canal Satélite Digital que emitirá con esta tecnología. De hecho, ya está retransmitiendo así algunos partidos del actual Mundial de fútbol (sí, están jugando un campeonato de este deporte actualmente en Sudáfrica, os lo juro).

Como ocurre casi siempre, la generalización de una tecnología provoca una modificación cultural. Si las tres dimensiones se imponen mayoritariamente, cambiará la manera de ver, producir y… escribir las películas y series. Al menos durante un tiempo, la fascinación por el invento llevará a que la ficción se llene de acción, persecuciones y elementos que asalten sorpresivamente al espectador.

Alineación al centroSin embargo, tengo mis dudas de que esta tecnología vaya a imponerse permanentemente y, sobre todo, de que vaya a generalizarse también en otros géneros más realistas y menos espectaculares (drama intimista, comedia romántica…). Grabar en 3D exige un gasto suplementario (y verlo exige unas gafas especiales) que creo que no está muy justificado en algunos géneros cinematográficos. Tal vez, incluso, esta versión digital de las tres dimensiones corra la misma suerte que la anaglífica (la de las clásicas gafas con celofán rojo y verde) y acabe olvidada una vez pasado el fervor inicial. O, tal vez ocurra justo al contrario y, a partir de ahora, ver cualquier película o serie en dos dimensiones empiece a resultarnos poco natural y anacrónico.

Es difícil apostar en plena oleada de cine en tres dimensiones pero… mi impresión es que esta tecnología va a utilizarse principalmente en películas de acción, terror y, sobre todo, de animación. También pienso que, dentro de unos años, más que la reintroducción del cine en 3D, agradeceremos que “Avatar” ayudara a renovar los cines. Ojala los proyectores de vídeo digital que se han instalado gracias a la obra de James Cameron sirvan en el futuro para proyectar pequeñas películas que ahora no pueden exhibirse, en parte, por el gran coste que supone realizar y distribuir copias en 35mm.

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