19.7.08

Sundance, "The Nines" y la muerte del cine independiente


Últimamente vengo escuchando de bastantes películas españolas que, a pesar de tener buenos repartos y haber ganado premios en festivales, encuentran inmensos problemas para llegar a los cines. No es un problema nuevo pero me da la impresión de que se está agravando.
Un reciente post de John August haciendo balance sobre su película "The Nines" me ha hecho ver que no se trata de un fenómeno únicamente nacional.
Creo que, a pesar de que August habla de su caso personal, las conclusiones que extrae son mucho más generales: vamos camino de cambios muy importantes en el modo de explotar las películas, estrenarlas y distribuirlas.
No tengo ni idea de cómo será ese futuro pero creo que de la experiencia de August se pueen extraer algunas conclusiones.
He traducido el texto, con mi osadía habitual, espero que os guste. Aquí está la versión original inglesa.
Sundance, "The Nines" y la muerte del cine independiente
Esta cita de Mark Gill en Los Angeles Times de la semana pasada puede parecer descorazonadora para los cineastas independientes:

De las 5.000 películas enviadas a Sundance cada año – en general con presupuestos inferiores a los 10 millones de euros – hace tres años tal vez 100 fueran estrenadas comercialmente en los Estados Unidos. Y de ellas, unas 20 obtenían beneficios. Ahora serán alrededor de cinco. Es decir, una décima parte del 1%. Por decirlo de otra manera: si mañana decides rodar una película por debajo de los 10 millones de dólares de presupuesto, tendrás un 99’9% de posibilidades de fracasar.

Este razonamiento es bastante cuestionable. Para empezar, la gran mayoría de las películas de Sundance están muy por debajo de los 10 millones de dólares de presupuesto. Muchas están por debajo del millón. Además, se omite cuál es el número de películas independientes estrenadas comercialmente ahora, comparando con hace tres años.

Además, surge la pregunta: “¿Fracaso? ¿Fracaso para quién?”. Incluso una película que no recupera su costo probablemente será rentable para sus distribuidores una vez que se logren ventas a televisiones y vídeo. Además, y esto es más importante, una buena película independiente proporciona trabajo en el futuro para sus estrellas y técnicos. Así que hay mucho de éxito en ese 99’9% de fracaso.

Una vez dicho todo esto, hay que reconocer que tiene bastante razón.

Me he resistido a escribir la autopsia de "The Nines", pero, ahora que ya todo ha terminado, voy a hacerlo. La versión corta es esta: la película salió como yo quería. La distribución de la película fue muy decepcionante.

Estas son las principales lecciones que extraje de la exhibición y distribución de la película:

1. Los rumores de Sundance son molestos y no significan nada:
"The Nines" se estrenó en Sundance en 2007. Nos pusimos contentos cuando la película fue escogida: no era ni mucho menos seguro, a pesar de nuestro reparto, nuestra filmografía y mi relación con el laboratorio de Guión de Sundance. Nos dieron un hueco fuera de competición, una buena sala y una buena noche para la proyección. Conseguimos un agente de ventas. Todo tenía buena pinta.

Mi primer indicio de que fallaba algo llegó cuando la empresa de publicidad que habíamos seleccionado como primera opción vio la película y decidió no representarnos. No les encantó la película. En cambio, los publicistas que contratamos finalmente la adoraban y se lo curraron a tope para sacarla adelante. Sin embargo, ese primer rechazo debería habernos indicado que la película iba a tener firmes detractores y defensores, y que unos y otros iban a ir determinando su trayectoria a partir de entonces.

Hicimos las cosas en Sundance como se supone que debes hacerlas: con todas las entrevistas de prensa, recorriendo de arriba a abajo las calles nevadas. Nos encontrábamos todo el tiempo a las mismas pelis haciendo el mismo numerito que nosotros, algunas de ellas representadas por los publicistas que nos habían rechazado. Todo eran sonrisas pero, cada vez que escuchaba a los espectadores del festival hablando de otra película, me ponía celoso – excepto en el caso de que la estuvieran criticando, entonces, me ponía algo más contento. Supongo que es un instinto natural. Indiefreude.

"The Nines" fue una de las aproximadamente 20 películas que recibió cierta atención de los medios -bien fuera espontánea o no- en Sundance. Las otras (1) fueron:
Excepto "Hounddog" (la “Película de la violación de Dakota Fanning”), todas las demás se vendieron durante Sundance o poco tiempo después (2). Les llamaremos la promoción de 2007.

En cuanto a la repercusión de la película, yo colocaría a "The Nines" en el medio del grupo. Era difícil conseguir una entrada y fueron añadiendo nuevas proyecciones. Pero, después del estreno, quedó claro que no íbamos a tener una gran oferta. Otras películas se estaban vendiendo rápidamente y cada día se iban estrenando nuevos títulos.

Dieciocho meses después, es fascinante comprobar qué poco significó toda ese cotilleo mediático durante el festival. Los precios que se estaban pagando por las películas – un elemento clave de esos cotilleos (“¿Sabes cuánto han pagado por…?”) iban desde los pocos cientos de miles de dólares a los siete millones pagados por "Son of Rambow".

Pero eso fue lo de menos. Casi todas fracasaron.
Waitress” se vendió pronto, se estrenó pronto y fue, con mucho, la que más dinero obtuvo en taquilla (19 millones) (3). En segundo lugar quedó “Under the same moon” (12,5) seguida por "Once" (9) y "How she move" (7). "Son of Ranbow" probablemente acabe la quinta. Está en los cines ahora mismo y ya ha obtenido 8 millones en el extranjero.

Ninguno de estos ha sido un éxito de taquilla como "Little Miss Sunshine". Pero uno puede estar contento si está en ese grupo porque, después de esas cinco películas se abre un inmenso hueco. Ninguna de las demás ganó un millón de dólares. De hecho, ninguna obtuvo más de 100.000. "The Nines" tampoco, a pesar de que empezó bien en taquilla.

Al menos se estrenó. Al menos se vendió. En 2007, se enviaron a Sundance 3.287 largometrajes. De ellos, se proyectaron 122 en el festival. Apenas 20 se estrenaron en cines (4).

Los otros cien se proyectaron en otros festivales y, finalmente, pusieron sus esperanzas en encontrar un buen trato para salir en DVD. Y tal vez eso no fuese tan malo porque… ¿sabes una cosa…?

2. La proyección en cines es una especie de tontería
Incluso cuando estaba haciendo "The Nines", ya tenía en la cabeza que la gran mayoría de los espectadores iban a verla en una pantalla pequeña. Por eso nos trabajamos mucho el DVD, para hacerlo muy atractivo, con comentarios y contenidos adicionales pensados desde el comienzo.

Pero a la vez estábamos ansiosos por preparar el estreno en cines. Se dedicó un montón de esfuerzo a sacar las copias en 35mm. – ocho en total. Tuvimos reuniones telefónicas para decidir fechas, mercados y cines, con proyecciones especiales las noches de estreno y… un montón de cosas.

Fue tiempo perdido.

Entonces no nos daba esa impresión pero el estreno en cines era un símbolo; más que nada, el cumplimiento de una condición contractual. Lo serio era el DVD.

Se anunció como una distribución progresiva: estreno en unos pocos mercados clave antes de ir ampliando. Sin embargo, desde el punto de vista del distribuidor, no había ningún motivo para plantearse expandir la distribución más allá de Nueva York, Los Angeles y Austin. Cada nueva ciudad significaba más dinero gastado en anuncios en prensa y no había ningún incentivo para hacerlo. Desde la perspectiva de los costes, Nueva York y Los Angeles ya le daban a la película suficiente cobertura en los medios como para acompañar la salida del DVD, que era donde esperaban conseguir dinero.

El único problema fue que…

3. El DVD debería haber salido mucho antes, tal vez simultáneamente.
Ryan Reynolds, el protagonista de la película, es casi una estrella, así que conseguimos mucha atención en los medios. Estuvo en TRL (show de la MTV), con Conan O’Brien y en cualquier medio de Nueva York que te puedas imaginar. Pero hablarle a un universitario de Iowa de una película que jamás se estrenará en su ciudad es inútil. Se le olvidará en una semana.

Así que lo inteligente hubiera sido estrenar en Nueva York y Los Ángeles y sacar inmediatamente el DVD (5). Sé que eso recuerda al estigma de “directo a vídeo”, pero si eso quiere decir que los espectadores potenciales de la película en todo el país pueden acceder a ella, me da igual el estigma.
La reducción de la "ventana" antes de que salga el DVD es algo que preocupa a las grandes películas de los estudios de Hollywood pero para los indies, no creo que suponga gran problema. Los cines que suelen proyectar películas independientes no compiten tanto contra el DVD, sino contra la televisión en general. La gente que solía acudir ahora se queda en casa a ver la HBO y Bravo.

Si yo tuviera un cine de estas características, cambiaría de película cada semana, asumiendo que puedes atraer a los cinéfilos más entusiastas – animados por proyecciones especiales con preguntas a los cineastas – y luego pasaría a la siguiente película. Y eso es lo que hacen. Así que "The Nines" y casi todas las demás películas de nuestra promoción se estrenaron en cines a los que yo no iría normalmente, y muchas veces sólo duraron una semana.
Sacar el DVD justo entonces no hubiera perjudicado los ingresos por taquilla. Realmente, no había muchos ingresos que perder.

4. Debería haber prestado más atención al extranjero
Al centrarme en el estreno en Estados Unidos, no le presté demasiada atención al extranjero hasta que la película se proyectó en el Festival de Venecia, en la Semana de la Crítica. Hubiera sido más inteligente ir a Sundance con la intención de ir después a Berlín, Cannes y después cualquier otro festival significativo que nos invitara (6). Sin embargo, por obligaciones laborales y familiares, no pude hacerlo. De todos modos, un auténtico director debutante podría pasarse por lo menos un año viajando con su película.

Acabamos estrenando en cines en Gran Bretaña, además de salir con un buen DVD. Pero dejamos sin atender el resto de Europa – especialmente Francia y Alemania. Ni siquiera un buen contrato de distribución para Australia ha hecho que la película se estrene allá todavía. Lo cual es ridículo porque…
5. Si no hay otra opción, todo el mundo la pirateará.
En IMDb, las búsquedas de “The Nines” alcanzaron su punto más alto, el número 11, el 20 de enero de 2008 – dos semanas antes de que saliera el DVD. Esto es porque… finalmente alguien lo colgó en BitTorrent. De pronto, el universitario de Iowa y el programador de Arles podían, por fin, ver la película.
Imaginemos qué hubiera pasado si "The Nines" se hubiera colgado en Internet poco después del estreno en cines, por ejemplo, el 19 de agosto. En ese momento éramos la búsqueda número 836 en IMDb, y estábamos en el medio de una campaña publicitaria que nos llevaría hasta el número 47 de esa clasificación.

Que alguien colgara la película en Internet, ¿nos hubiera ayudado o perjudicado?

Teniendo en cuenta que sólo estábamos proyectando la película en dos ciudades de todo el mundo, no creo que nos hubiera perjudicado demasiado. Y si hubiera habido una manera legal y fácil de permitir que la gente viera la película -por ejemplo, a través de iTunes- creo que hubiéramos podido aprovechar al máximo la atención de los medios. La versión pirateada iba a estar disponible en cuanto saliera el DVD o incluso antes, así que tal vez podríamos haber aprovechado esto al máximo.

Creo que filtrar una versión de calidad decente y con marca de agua (7) hubiera contribuido a que se conociera y hablara más de la película. Y esto nos hubiera beneficiado cuando estuviera disponible poco después en DVD y/o iTunes.

¿Merece la pena molestarse en hacer una película independiente?
Sé que gran parte de este artículo da bajón. Uno tiene poco posibilidades de conseguir que su cutre peli indie se proyecte ante público de pago, y conseguir ganar algo de dinero es casi imposible.

Pero insisto en mi comentario anterior de que hay mucho de éxito en ese gran porcentaje de fracaso. "The Nines" no ha sido ningún fenómeno, pero tiene un buen número de superfans, algunos de ellos, cineastas y críticos. Nos ha proporcionado nuevas oportunidades de trabajo a los actores y a mí, y un buen crédito a los que trabajaron en la película.
Financieramente, el balance de la película ha sido cero. Ni pérdidas ni ganancias. Nunca he dicho cuál fue su presupuesto pero fue suficientemente bajo como para que nadie saliera perjudicado.
Desde el punto de vista del distribuidor, la ventaja de estrenar en pocas ciudades es que tampoco necesitas ingresar mucho para recuperar la inversión. Cada uno puede calcular el “coste oportunidad” de diferentes maneras. Sin duda, yo hubiera ganado mucho más dinero haciendo mi trabajo habitual como guionista, pero, a largo plazo, posiblemente "The Nines" ha sido más satisfactorio.

¿Mi consejo? Deberías hacer una película independiente sólo porque quieres hacerla. Punto. El éxito artístico y el comercial no tienen mucho que ver y sólo puedes controlar, y remotamente, el primero.

Si tuviera que hacerlo todo de nuevo, haría la misma película pero cambiaría completamente la manera en que se difundió. Hubiera cuestionado muchos de los procedimientos habituales de distribución, que parecen formar parte de un mundo indie que ya ha desaparecido. "The Nines" posiblemente hubiera ingresado igual de poco en la taquilla pero hubiera tenido más impacto en un público mayor. En definitiva, creo que así es como se debería medir realmente el éxito de una película independiente: ¿cúanta gente la vio?

(1) He elaborado esta lista de memoria y usando el Google. Si he omitido alguna otra película que tuviera repercusión, la añadiré gustosamente.
(2) Algunas otras películas se vendieron posteriormente, incluyendo estrenos en cable. No sé nada sobre el destino de "Hounddog".
(3) Estamos acostumbrados a mirar siempre la taquilla nacional y esos son los datos que doy. De todos modos, hay que tener cuenta que el mercado internacional es muy importante, como se dice luego.
(4) Las ganadoras de los grandes premios – "Manda Bala" y "Padre Nuestro" – fueron estrenadas pero no lo supe hasta que no lo comprobé.
(5) Ofrecerlo o bien en pay per view por cable o satélite o bien en descarga desde iTunes.
(6) En total, "The Nines" fue invitada a más de 100 festivales.
(7) Hubiera puesto “lookforthenines.com” en una esquina de la pantalla.

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11.7.08

¿Recomiendo la ECAM?



"Soy de Venezuela y estoy pensando en presentarme a las pruebas de acceso de la ecam, en la especialidad de guión, el año que viene. Vi que tú estudiastes ahí y me gustaría saber si me puedes dar tu opinión sobre la escuela, aparte de cualquier información que me puedas dar sobre las pruebas de acceso para guión. Saludos."

Juan Luis Casañas colgó esta consulta en la sección de comentarios de un un post hace un tiempecito. Voy a contestar pero antes...

Una nota:

Estudié en la ECAM hace más de diez años (sí... mucho tiempo. Buster Keaton hacía cortos, la sede de la Escuela olía a recién pintado y los ladrillos estaban blanditos...) Como imaginarás, muchas cosas han podido cambiar en este tiempo. Espero que los demás lectores puedan corregirme ahí donde me equivoque.

Ahora sí que paso a contestar.

La ECAM es una escuela semipública, regentada una fundación formada por la Comunidad de Madrid y otros socios. La fundación no tiene ánimo de lucro, pero la matrícula, aún así, cuesta una pasta.

¿Cuánta pasta?

En mi época, creo que rondaba las 500.000 pesetas al año (3000 euros al cambio). Sí, ya había pesetas, aunque… seguíamos pensando en sestercios.

¿Cuánto cuesta ahora un curso en la ECAM? Ni idea. Me he pasado por su página oficial y no he sabido obtener la información. Tal vez tú tengas más suerte.

La Escuela ofrece cursillos cortos y cursos de tres años de duración, una especie de carrera. Como no es cuestión de venirse desde la bella Venezuela para un cursillo de dos semanas sobre "Diálogos para dramedia" supongo que lo que te interesa es este plan de tres años de guión.

Es lo que hice yo... aunque en mis tiempos (ya sabes, Charlie Chaplin vino conmigo a clase y era el benjamín...) los cursos duraban dos años - espero que el audiovisual español no note demasiado ese año de déficit durante el tiempo en el que mis compañeros de curso y yo estemos en activo...

Preguntas sobre las pruebas de acceso. Cuando yo las hice consistían en:

- Una prueba de cultura general cinematográfica (examen tipo test) - Me recuerdo repasando cuál era la primera película con argumento del cine español (creo que “Pelea en un bar”, por cierto) en un piso prestado en una zona de putas caras en Madrid la víspera del examen.
- Un análisis de una película desde el punto de vista del guión (en mi caso fue un estreno: "Los pájaros" de Hitchcock. Elegí escribir sobre la secuencia en la que… casualmente una ornitóloga que pasaba por ahí comenta el número de especies de pájaros que hay).
- Una entrevista personal con profesores y director de la escuela (mi numerito de la denuncia por acoso sexual funcionó perfectamente, como siempre).

Según me han dicho el nivel de exigencia de las pruebas ha bajado mucho a medida que ha disminuido el número de aspirantes a entrar en la escuela. Creo que ya ha desaparecido incluso lo de hacer el pino puente con las obras completas de Rohmer sobre el abdomen.

Mi consejo es que repases algunos datos sobre historia del cine para la primera prueba y que lleves sentido común y un buen jamón ibérico para la segunda y tercera respectivamente.

Por ir al grano y dejar de hacer chistes malos: lo mejor de la escuela es que trabajas mucho.

En dos años nos tocó escribir tres largometrajes (dos originales y una adaptación), un mediometraje (adaptación) y unos cuantos cortos (para prácticas de la escuela). En algunos casos, había que escribir nuevas versiones.

Todos, profesores y alumnos, leíamos todos los guiones y los comentábamos.

Además, recibíamos charlas de directores, actores, guionistas y técnicos muy reconocidos. Recuerdo que vinieron Ricardo Franco, Rafael Azcona, (creo que) Amenábar y Almodóvar (le gustó mi jersey de rayas de colores... tal vez porque él llevaba uno exactamente igual).

Y luego, evidentemente, estaban las clases: los profesores principales eran Juan Miguel Lamet y Juan Tébar. En periodos anteriores y posteriores Lola Salvador y Manolo Matji también han dado clases en la escuela pero yo no tuve la suerte de tenerles de profes.

Muy tonto hay que ser para no aprender algo en esas circunstancias, ¿no?

En mi reciente y apocalíptica visita a la ECAM, pude enterarme de que siguen trabajando mucho. Si no recuerdo mal, en tres años escriben tres largos y un proyecto de serie de televisión, además de varios cortos.

Por ahora sólo he contado puntos positivos de la Escuela. Ahora voy con algunas pegas que yo le vi cuando estudiaba allá.

- Matrícula cara (aunque hay ayudas para alumnos con pocos ingresos, desplazados de otras provincias, etc).

- Duración de los estudios (tres años: es casi como hacer una carrera universitaria).

- Pruebas de acceso (como he dicho, eran estrictas en mis tiempos. Lubitsch se quedó fuera).

- El eterno problema de las prácticas (los cortos rodados por los alumnos). Suele ser difícil convencer a los directores de que deben rodar guiones ajenos y... muchas veces se salen con la suya, así que uno se encuentra con que ha escrito varios guiones de cortos que acaban en la basura. En esto, la escuela sí te prepara para la vida real del guionista de cine.

- Una cierta desconexión de la ECAM respecto a la televisión, que es el futuro laboral de casi todos los alumnos de guión que saldrán de ella. (Creo que se está corrigiendo en los últimos tiempos, como verás en la página de la Escuela, hay una asignatura dedicada únicamente a televisión y se trabaja en un proyecto de serie a lo largo del curso).

Si uno dispone del tiempo y los sestercios para la matrícula, esta última pega puede ser tal vez la más importante: la escuela realmente está dirigida por personas que han trabajado sobre todo en cine y, además, en un cine muy concreto (cine de autor). Los guionistas (y sobre todo los directores) que salen de ella, se encuentran con un mundo bastante diferente: en lugar de escribir o dirigir películas personales, les toca trabajar en series de televisión, mucho menos libres y creativas, con unas normas más estrictas y muchas menos pretensiones artísticas.
Por ir resumiendo: ¿recomendaría la ECAM? Sí, sin duda, a alguien que conociera las pegas que acabo de exponer.

¿Por qué?

Por todo lo que he escrito más arriba: por Almodóvar y su jersey de rayas, por Lamet, Tébar, los cortos, por los guiones que escribí ahí (uno de ellos se rodó, otro por poco consigue que me echen de la escuela)… y, sobre todo, por una que me he dejado:

Por la gente que conocí allá.

El tiempo mejor empleado fue el tiempo perdido: en la cafetería, tomando unas cañas, trabajando en un corto que no iba a ninguna parte, discutiendo eternamente sobre una película o un libro…
Repasando hace unos meses me di cuenta de que casi todos los trabajos que he obtenido en casi diez años han venido, directa o indirectamente, de la mano de compañeros de la Escuela. Yo, en la medida de mis posibilidades, también he recomendado a mis compañeros cada vez que he tenido ocasión.
Evidentemente, puedes forjar amistades así sin necesidad de ir a una escuela de cine durante tres años, pero es mucho más complicado y exige un mayor esfuerzo por parte de uno.

Bien… creo que ya vale por hoy. Podría contar más cosas sobre la escuela pero serían todavía menos interesantes que las que ya he escrito.

Espero que estas opiniones te sirvan de algo, Juan Luis.

Mucha suerte, decidas lo que decidas.

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5.7.08

¿Un libro para el verano?

Inauguro aquí la sección "Libros que no sé si recomendar o... Tío, atento que te puedo ahorrar 25 euros".



Desde hace tiempo, tenía ganas de leer Sexo, mentiras y Hollywood (“Down and dirty pictures”) de Peter Biskind, el autor de “Moteros tranquilos, toros salvajes” (originalmente, “Easy riders, Raging bulls” - este hombre es el terror del traductor, le encanta hacer juegos de palabras con los títulos originales de las películas. Como muchos de ellos fueron traducidos libremente, los libros acaban teniendo títulos tan extraños como ése).

Moteros…” era una especie de “Aquí hay tomate” sobre el cine norteamericano de los 70. Lleno de anécdotas escabrosas sobre cómo Coppola, Bogdanovich, Scorsese y Spielberg entre otros, cambiaron el cine dejándose la fortuna, la cordura, el tabique nasal y/o la integridad en el camino. Ese libro es tan adictivo como una bolsa de Doritos Tex Mex: no puedes dejarlo hasta que lo acabas. Y, cuando lo acabas, metes el dedo entre los pliegues para buscar migajas. Y luego metes directamente la lengua en las rendijas y... bien, se me está yendo la olla pero… sabed que, a diferencia de las bolsas de Doritos, nunca llegué a chupar el libro. Que yo recuerde.

Como comprenderéis, con ese precedente, me moría de ganas de leer “Sexo, mentiras y Hollywood”. Cada vez que lo veía en una librería me guiñaba el ojo desde las estanterías como… una bolsa de Dori… mejor dejo ya la analogía.
Dejé de entrar en librerías durante años para evitar cruzarme con el libro pero, por fin, el otro día, decidí caer en la tentación, que según Wilde (y creo que también un anuncio de Milka) es la mejor manera de evitarla.

Bien, sólo puedo decir que el reencuentro con el ex ha sido de lo más decepcionante. Yo recordaba sus hábiles mordiscos en los muslos, esos sensuales susurros: “Coppola casi se vuelve loco rodando en Filipinas, Melissa Matheson… Bogdanovich en su limusina… Cybill Shepard, Scorsese y la coca, Bonnie and Clyde…” y ahora, todo lo que Biskind me dice al oído es “Harvey Weinstein, Sundance, IFC, October… Bingham Ray…”.

"¿IFC?" "¿Bingham Ray?" ¿Qué demonios es esto, Peter? ¿Tienes oportunidad de escribir un libro sobre el cine independiente norteamericano desde los ochenta hasta la actualidad y te sale… esto?

Sexo, mentiras y Hollywood” es una historia con un protagonista: Harvey Weinstein (y su hermano Bob, fundadores de Miramax y copresidentes de este estudio independiente hasta hace poco), un secundario importante: Robert Redford (fundador del Instituto Sudance, el Festival de Sundance y varias Sundancecosas más), y unos cuantos episódicos (Bingham Ray, Steven Soderbergh…).

Parte del problema es que… realmente sólo interesa la historia de Harvey Weinstein, sobre todo cuando se cuentan algunas de sus legendarias salidas de tono: cuando coge a un tipo por las solapas y le grita a la cara (tras la bronca, el sujeto admite haber adivinado perfectamente lo que había almorzado Harvey – sí, es mi frase favorita del libro. Sí, (#2) no sabía cómo meterla aquí), cuando tira cigarrillos encendidos a sus colaboradores… En fin, ese tipo de cosas divertidas que hace un productor con carácter.

De vez en cuando, Biskind pasa de la historia de Weinstein (conocido como Harvey Manostijeras por su tendencia a cortar las películas: Bertolucci y muchos otros han sido sus víctimas) a la de Robert Redford y…. entonces todo se vuelve muy aburrido. Lo que dice sobre este tema puede reducirse a dos puntos: Redford es un tipo con buenas ideas, pero tarda mucho en tomar decisiones. El festival de Sundance, que fundó, se convirtió en un festival importante cuando empezó a admitir películas algo más arriesgadas y se alejó de las pelis coñazo que seleccionaban al principio. Ahora se ha vuelto una especie de feria comercial inmensa.

Si la trama Sundance es aburrida, la tercera es simplemente absurda. Biskind nos habla de October Films, otra productora y distribuidora de películas independientes. El porqué nos cuenta esto Biskind sigue siendo un gran misterio para mí. He sacado en claro que… un tal Bingham Ray y otro socio montan una empresa. Se asocian con un tipo, que les intenta hacer una pirula… lo echan, pero luego llegan otros tipos que compran la empresa… Un lío empresarial en el que de vez en cuando se menciona alguna peli.

A lo largo de toda la lectura uno está esperando que converjan estas tres líneas, sobre todo para dotar de cierto sentido a las tramas Sundance y October pero… eso nunca llega a ocurrir. Redford nunca sufre una bronca de Weinstein, Bingham Ray no acaba en la cama con la productora de Todd Haynes… nada de nada.

Biskind hace de los productores, distribuidores y organizadores de festivales los protagonistas de su libro. Supongo que gran parte de los problemas de este libro se basan en esa decisión. ¿Quién prefiere escuchar la historia de cómo Amin Malin fundó Artisan en lugar de la de Kevin Smith rodando “Clerks”? ¿Alguien prefiere oír sobre negociaciones de derechos de vídeo en una suite de hotel de Park City a saberlo todo sobre ese escandaloso rodaje en el que Tarantino le hizo eso a Uma Thurman con aquéllas bolas de cobre? Sí, eso.

(Evidentemente, lo de Uma y Tarantino es un bulo que acabo de inventarme pero… ¿alguno de vosotros se acuerda de lo del hotel de Park City?)

Por debajo de toda la hojarasca, bajo las repetitivas descripciones de cómo Harvey cortó esta película o Sundance seleccionó aquélla otra, se advierte que Biskind nos quiere contar algo no demasiado diferente de lo que decía en “Moteros tranquilos…”. A saber, que el cine independiente de los ochenta y noventa, simbolizado según él por Sundance y Miramax, ha perdido su voluntad de arriesgar, se ha institucionalizado y ha sido absorbido por los grandes estudios.

Sexo, mentiras y Hollywood” puede ser una lectura interesante (personalmente, creo que no es mucho mejor que verse una temporada de “Entourage”, en la que, por cierto, hay un episódico muy parecido a Harvey Weinstein en acción en Sundance) y tal vez incluso a alguno de vosotros le parezca un gran libro.

Me atrevo a pensar que eso será porque no ha leído todavía “Moteros tranquilos…”. ¿A qué esperas? ¿No ves que ahí están las gloriosas historias de Warren Beaty, Steven Spielberg y John Milius guiñándote el ojo desde la estantería, como una gran bolsa de Doritos Tex Mex? Olvídate de Harvey Weinstein, Miramax y los 90 y lánzate sobre aquél libro. No lo lamentarás.

Más sobre "Sexo, mentiras y Hollywood" en este post de casiopea, este otro de escritopor, con enlace a esta buena reseña (más entusiasta que la mía). Aquí, en inglés, entrevista de la BBC con Peter Biskind, autor del libro.

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1.7.08

Fútbol y voz en off



Una semanita de vacaciones, cercanas y baratas.

Durante estos días veo partidos de fútbol y, en general, me gustan las retransmisiones de Cuatro. Eso sí, no entiendo porqué aparece una muñeca bastante diabólica de vez en cuando. No, no me refiero a Relaño, sino a una inquietante figura de arpillera redondita y mullida. No, tampoco hablo de Camacho.

Como ya estáis imaginando, a partir de aquí os voy a regalar una de mis habituales excursiones por la sierra jienense, más concretamente por los cerros de Úbeda. Pobrecitos.

Dos comentaristas de Cuatro, los mencionados Relaño y Camacho, repiten en cada encuentro que el juego que le corresponde y conviene al equipo español es el pase en corto. En casa varios repetimos la teoría, censurando cada pase largo de Puyol o Senna. Dos niñas saharauis que mis padres acogen en verano escuchan nuestras críticas y, en cuanto ven el siguiente pelotazo largo, protestan en voz alta, reclamando que ese no es el tipo de juego que debe emplear nuestra selección.

Ok, tal vez Relaño, Camacho, nosotros y las niñas saharauis por contagio tengamos razón pero... toda esta cadena me hace pensar en un par de cosas. Menos alejadas del espíritu de este blog de lo que parece.

Pienso en cómo sería una retransmisión que tratara de ser fiel a lo que los anglosajones llamarían la "experiencia" real de ver un partido de fútbol.

Una única cámara, bastante alejada del terreno de juego. Plano general, jugadores apenas distinguibles. Sin repeticiones de jugadas ni primeros planos. Sin narración, con sonido ambiente. En pay per view y pagando 30 euros por verla.

Posiblemente la llamaríamos... una auténtica mierda de retransmisión.

Cuando uno acude a un campo de fútbol, acostumbrado a ver el deporte por la tele, echa de menos todos los elementos que caracterizan a las retransmisiones: no sabe quién demonios ha tirado a puerta, debe preguntarle al vecino si el balón lo ha desviado el portero o el poste, se pierde acciones importantes y, en cambio, se fija en detalles insignificantes: el número de fotógrafos que se agolpan tras las porterías, el bocata que se está comiendo el niño de la bandera, lo poco que defiende Roberto Carlos...

La televisión, en cambio, te ofrece un montón de datos que se te escaparían si estuvieras allí: Xavi ha recorrido 5,3 kilómetros y ha dado seis pases buenos, eso que parecía penalti, según la cámara ultralenta no lo es...

Además, a ese despliegue de datos, van unidas, como decía antes, opiniones: este no es el juego que nos conviene, aquél jugador, procedente del Besiktas, marca la diferencia, los cambios del entrenador han sido acertados...

En resumen, a lo que voy, una retransmisión de un partido de fútbol es un relato elaborado en tiempo real, una búsqueda de causas y consecuencias en la experiencia desordenada. Un intento de buscar orden, de establecer jerarquías: el que está destacando es este jugador, aquél cambio ha roto el partido, desde el minuto 20 nos hemos descentrado, este equipo está buscando los penaltis...

Una buena retransmisión permite ver mejor el fútbol, entender mejor lo que sucede por debajo de la peripecia. Además, permite aprender. Cuando un espectador acostumbrado a buenas retransmisiones acuda a un campo a ver un partido en directo, estará mejor preparado para establecer distinciones, para decidir cosas tan abstractas como qué equipo está mejor asentado en el terreno de juego o qué jugador está leyendo mejor el partido.

Sin embargo, las retransmisiones actuales están tan sobrecargadas de información y juicio que... apenas hay espacio para que el espectador se enfrente al partido con un mínimo de libertad. No hay posibilidad de que dirija el ojo en una dirección no prevista por el realizador. Apenas hay oportunidad de que piense de un modo diferente al del narrador, recordando, por ejemplo, que uno de los goles más importantes de la selección española vino de un pase muy largo.

Las retransmisones de televisión actuales, en cierto modo son como una película con... demasiada voz en off.
Carlos cruza la habitación, apaga un cigarrillo y se asoma a la ventana, mira al vacío.
VOZ EN OFF 1
Carlos ha cruzado la habitación de un lado a otro y...
atención, ha apagado el pitillo y se ha
asomado a la ventana... mirando...

VOZ EN OFF 2
Yo diría que está pensando en su familia
y en ese acontecimiento que le ocurrió
hace seis años: está resentido.

VOZ EN OFF 3
En efecto, recordemos para nuestros espectadores
que, hace seis años, Carlos López fue abandonado
por sus padres en el párking de un Caprabo.

VOZ EN OFF 4
Perdonad que os corte pero es que estoy aquí
con un espectador muy animado... ¿qué opinas
sobre la actitud de Carlos? ¿Te gusta?

VOZ EN OFF 5
Sí, Carlos es la caña de España...

VOZ EN OFF 6
Atención porque ahora Carlos abre
la ventana y se atusa el pelo...

VOZ EN OFF 7
Sin duda, se trata de su
complejo con la alopecia...

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