27.9.07

Concurso de guiones de tv-movies

¿No decías que tenías un guión sobre la integración de emigrantes en un suburbio de Sevilla muerto de risa en un cajón?

¿Qué tal si lo sacas a pasear?


La Fundación Alfredo Matas convoca un concurso de guiones de tv movies.

Premio: 12 000 euros en concepto de adelanto por la venta del guión.
Plazo: hasta el 20 de diciembre.
Otras condiciones: sólo para autores de nacionalidad española, guión de largometraje (alrededor de 90 minutos) y que trate de "temas sociales y de actualidad".

Dirección de envío y más información aquí, en abcguionistas.

¡Suerte!

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24.9.07

Malos tiempos para ser un triceratops


No soy de los que se tiraron a la vía del tren cuando, en un solo día, al final de este verano, murieron Bergman y Antonioni.

Supongo que ya lo habíais deducido porque es difícil escribir posts después de que un Talgo te haya separado la cabeza del resto del cuerpo.

Incluso los de este blog.

Bueno, creo que nadie se tiró a la vía del tren ese día por ese motivo.

Con todo esto quiero decir que... Bergman y Antonioni no eran del tipo de director de cine que me vuelve loco.

Al menos, no en el sentido positivo.

De Bergman me gustaron "Fresas salvajes", "El manantial de la doncella" y, sobre todo, "Sonrisas de una noche de verano". Me quedan muchas otras por ver, pero "Persona" me quitó las ganas de investigar en su filmografía al menos durante los próximos veinte años.

De Antonioni no me gustó ni siquiera "Blowup". Eso sí, dudo que alguien pueda destrozar un cuento de Cortázar de manera más cool.

Pero esto son sólo las opiniones de un tipo tan inculto como para tenerlas y... tan descarado como para divulgarlas.


A pesar de todo lo escrito en los párrafos anteriores, sí sentí que algo más moría con estos dos directores.

Algo parecido a lo que comenta el crítico del New York Times A. O. Scott en este estupendo artículo (ahora disponible gratuitamente, gracias a que el NYT acaba de suprimir el servicio de pago - aleluya - , espero que por aquí otros medios vayan tomando nota).

(Traduzco con excesiva desenvoltura lo que…)

Scott escribe:

“Ambos encarnaban, como cineastas, lo que dijo T.S. Eliot: "los poetas, en nuestra civilización, tal y como es actualmente, deben ser difíciles". "L'Avventura" y "El Séptimo Sello", a pesar de tener poco en común (...) son duras de ver. No porque su tema o sus imágenes sean desagradables, sino porque nunca permiten que el espectador se relaje, disponiéndose a esperar qué va a ocurrir o entendiendo fácilmente lo que significan.

Entre algunos espectadores de los años 60 existía un ansia de dificultad, la convicción de que los oscuros simbolismos y la alienación psicológica eran las respuestas auténticas al estado del mundo. Más aún, la idea de que una obra difícil de comprender tenía un mayor valor – de que ser desafiado era una forma de placer especialmente elevada - gozaba de un prestigio en aquella época que es prácticamente inimaginable en nuestros tiempos. Preferimos que se burlen de nosotros antes que ser molestados, y la medida de la sofisticación artística es el ingenio en lugar de la seriedad.

Así, es difícil que alguien que no viviera esa época (...) pueda comprender el status heroico de que disfrutaban Antonioni y Bergman hace cuarenta años. No es que crea que el arte del cine haya decaído desde entonces (dejaría mi trabajo si lo creyera), pero sí parece claro que el clima cultural que hizo posible tratar a los cineastas como a artistas supremos se ha desvanecido definitivamente. Y lo único que queda son películas.”

Eso es, bien escrito, lo que sentí al enterarme de esas dos muertes.

Efectivamente, Antonioni y Bergman simbolizaban un tiempo que ahora resulta casi inconcebible.

Era como si esta mañana abrieras el periódico y leyeras que ha muerto el último triceratops ahí, cerca del Carrefour de la carretera de Burgos.

Bergman y Antonioni, en mi opinión, pertenecían a otra época, más lejana - no cronológicamente, es cierto- que la de John Ford, Cecil B. De Mille, Hitchcock o, incluso, Truffaut.

Más lejana, porque el cine que vemos actualmente, tiene más que ver, en general, con el de estos últimos directores que he citado.

Yo no estuve ahí pero... creo que Bergman y Antonioni eran de la época en la que el cine quiso ser Arte.
Así, con A mayúscula.

Eran tiempos ambiciosos.

Y pretenciosos también.

Tiempos de jerseys negros de cuello alto.

Tiempos en los que una película tenía que aspirar, además de a contar una historia, a cuestionar el orden establecido, a combatir una forma de pensar.

Y, para ser coherente, la propia película también debía cuestionar el modo de narrar.

Por lo tanto, como dice Scott, tenía que ser difícil de ver.

Algunos pensaban que era malo que una película fuera entretenida: el cine debía ser incómodo de ver, sólo así se conseguiría que el espectador pensara sobre él, y sintiera algo nuevo. Una forma cómoda, agradable para el espectador, significaba que se estaba cayendo en el convencionalismo.

Arte.

Ahora algunos, casi todos, nos sentimos incómodos al decir o escuchar esta palabra relacionada con nuestra actividad.

Arte.

Vaya. Ya ha vuelto mi alergia.
Ronchas por todo el cuerpo.

¿Por qué? ¿Qué ha cambiado? ¿Han perdido el cine y la televisión su ambición? ¿Se han vuelto realistas?

¿Se han dado cuenta los autores de que sus obras no podían cambiar el mundo?

¿Se han dado cuenta de que el mundo no tenía ninguna gana de ser cambiado?

¿Es eso bueno, malo o… ninguna de las anteriores?

Ahora el fin último, al menos el que confiesan la mayoría de los directores o guionistas, es… entretener al público y, como mucho, hacerle pensar un poco.

Nadie, o casi nadie, dice que quiere hacer Arte.

Y tampoco nadie, fuera del circuito más experimental, parece querer “enviar un mensaje a la sociedad” y menos aún “cuestionar la narración cinematográfica”.

¿Por qué se ha producido este cambio?

¿Hay otras causas, más profundas, ideológicas y políticas incluso, detrás de este cambio?

(Yo creo que sí, pero esto ya está siendo demasiado denso sin necesidad de meterme en esos jardines).

Muchas preguntas.

Voy a dar algunas de mis respuestas

(Tan valiosas como mis opiniones sobre Antonioni y Bergman, es decir, en la tienda de abajo te dan siete de estas por un euro).

Por un lado, me parece realista que el cine (y la tele) intenten olvidarse de hacer el papel de conciencia de la sociedad, de elaborar pretenciosos artefactos pseudo-artísticos incomprensibles para un público no iniciado.

Nada envejece peor que estos panfletos (bueno sí, el pollo envejece peor. Y las patatas. No menospreciéis nunca el poder de una patata podrida).

Pero, en cierto modo, también me parece un poco triste.

Cuando uno vuelve a casa un sábado medio borracho piensa: “¿Por qué no le habré dicho nada a esa chica tan guapa que estaba en la barra?”.

Seguramente, la mayor parte de las veces, ha sido un acierto no acercarte a la chica de la barra. Ella era Miss Universo y tú ni siquiera te habías duchado. O tenía un niño de veinte meses y un marido de cuarenta años.

O todas estas cosas a la vez.

Pero, de vez en cuando, aunque sea sólo una vez de cada mil intentos, te acercas a la chica y… a ella le haces gracia.

(Salgamos de una vez de esta brillante analogía…)

Una vez de cada mil intentos, una película, una serie, es arte.

Una vez cada mil intentos sale… “Twin Peaks” (primera temporada), “El Padrino” (1 y 2), “Ladrón de Bicicletas” o “Plácido”.

Algo que está por encima del entretenimiento.

Algo que por lo menos, está a la altura de un tiburón en formol.

Sí, qué carajo, voy a ponerlo con mayúsculas. (Desafiando a mis ronchas).

Esas películas, esas series, y muchas otras, son Arte.

Y, desde luego, no lo son por casualidad.

A veces pienso que tal vez las series y las películas no son mejores porque… sus autores, simplemente, no pensaron que podían serlo.

No las imaginaron mejores.

Es decir, creo que a veces… falta ambición.

Tal vez conviene subir nuestras pretensiones al cielo. Intentar escribir algo grande.

Y, después, cuando fracasemos, intentar escribir algo aún mayor.

Y entonces, evidentemente, volveremos a fracasar.

Pero, puestos a fracasar, ¿no es preferible hacerlo como Ícaro?

¿O, al menos, como un buen triceratops?

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18.9.07

¿Una película de...?

Craig Mazin, guionista de éxitos comerciales como "Scary Movie 3" (y 4 y 5... ok, tal vez no sea tu guionista favorito) lleva un blog llamado The Artful Writer en el que habitualmente escribe sobre asuntos sindicales, derechos de autor, etc. Es muy crítico con los gestores del WGA, sindicato de guionistas norteamericano.
Ahora Mazin acaba de empezar a rodar su segunda película como director.
Después del primer día de rodaje escribe este post. ( Traduzco con mi habitual osadía).
"El primer día ha ido muy bien, y un amigo me ha sugerido que podría escribir brevemente sobre si pienso utilizar el crédito "una película de...".
Al fin y al cabo, no soy sólo el director, sino también el guionista. Así que, vamos, ¿"escrita y dirigida" por el mismo tipo? Maldita sea, ¡soy el autor! Así que debería usar ese título, ¿no?
No.
Voy a aparecer en los títulos de crédito como director y como guionista. La película es de todos nosotros. Mía, del director de foto, del montador, de los eléctricos, de los diseñadores de vestuario, de peluquería, maquillaje, de los de dirección artística... de todo el mundo. No iría a ninguna parte sin todo este equipo. Yo soy parte de él. Somos un equipo. Sin él... no habría película.
Por supuesto, en el sindicato de directores (DGA) no están demasiado de acuerdo con mi opinión. Y acabo de afiliarme al DGA. Así que ahora posiblemente estoy cabreando a dos sindicatos diferentes a la vez.
Eh
Y todo en un solo día de trabajo."

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16.9.07

¿Cierra Sogecine?



Por dos vías diferentes, me llegan rumores de que la productora de cine del grupo PRISA está a punto de ser desmantelada.

Esto explicaría la paralización del rodaje de "Pedro Páramo", la esperada adaptación de la novela de Juan Rulfo dirigida por Mateo Gil, y la marcha de Fernando Bovaira, director de Contenidos de Sogecable (en la foto, recogiendo el Oscar a "Mar Adentro" con Amenábar).

Aquí se comenta que esto puede ser una consecuencia indirecta de los malos tiempos que atraviesa el grupo PRISA, enfrentado a Mediapro en una sangrienta guerra por retransmitir los partidos de fútbol de la liga española.

Recordemos que Sogecine, filial de Sogecable, ha estado detrás de muchas de las películas de Amenábar, Julio Médem, Fernando León, Javier Fesser, José Luis Cuerda, Vicente Aranda, Juan Carlos Fresnadillo y Álex de la Iglesia entre otros.

Si yo me entero, es que... todo el mundo lo sabía ya.
Aprovechad la impunidad y el anonimato de la Red, y contadme: ¿sabéis algo más de esto?
¿Lo podéis confirmar? ¿Se trata sólo de una restructuración o de un cierre en toda regla? ¿Qué va a pasar con los empleados? ¿Hay nuevos cierres previstos en PRISA?
¿Es la guerra de los derechos del fútbol la causa de todo esto o los resultados de Sogecine eran ya tan malos que la medida se tenía que tomar antes o después?
Hmm... se me acumulan las preguntas...
(Sí, estáis descubriendo mi lado cotilla y morboso. Bueno, después de más de un año juntos... espero que seáis tan indulgentes conmigo como con aquella novia que olía los cubiertos uno a uno antes de colocarlos sobre la mesa).

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14.9.07

Quien roba a un ladrón...

Mi guionista-blogger favorito, John August, se hace aquí una de las preguntas que todo el mundo se plantea...
"¿Por qué ahora son tan buenas las series dramáticas (*) de televisión?
Porque han tomado prestados el aspecto, el estilo y la ambición de las películas de cine.
Son mini-películas, mejores que las películas de verdad.
Ahora es el momento de robarles algo a ellas."
Estoy muy de acuerdo con la respuesta.
Creo que ése es el secreto: los dramas televisivos actuales parecen películas (efectos digitales, complejidad narrativa, excelentes personajes e historias, grandes presupuestos...)
En la sección de comentarios, improvisa una lista sobre algunas cosas que cree que el cine debería "robarles" a las series actuales:
"- Complejidad narrativa
- Cuestionamiento agresivo de las convenciones del cine
- Concentración de las decisiones creativas en una persona
- Sorpresa por encima del espectáculo
- Directores a los que les importen algo los diálogos
- Aristas no pulidas."
En resumen, la receta es:
riesgo,
riesgo y
...más riesgo
¿Qué opináis? ¿Estáis de acuerdo con August? ¿Hay más riesgo en la tele que en el cine actual? ¿Se pueden trasladar estas opiniones a la ficción que se hace en España?
(*) En mi opinión, August acierta al especificar que se refiere a las series dramáticas. Las comedias (con las excepciones de "The Office" y "Curb your enthusiasm") no parecen vivir un auge tan espectacular.

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10.9.07

Atasco en la 19



(Haced clic sobre las imágenes para verlas a tamaño legible)

Ya os he recomendado un par de veces "Cuéntalo Bien", de Ana Sanz- Magallón. Es el libro más inteligente y sensato sobre el arte de narrar que he leído en muchísimo tiempo.

Tiene un problema, eso sí: está escrito con tanta sencillez que... uno puede pensar que todo lo que dice es obvio, incluso evidente.

Mientras muchos manuales de guión presentan con mayúsculas y esquemas pseudo científicos cosas que son auténticas perogrulladas, "Cuéntalo bien" hace lo contrario... trata de cosas mucho más profundas (por ejemplo, cuál es el sentido de las historias, cuál es su función para el hombre), y lo hace como si fuera un amigo que te hablara en la barra de un bar.

De todos modos, reconozco que en mi primera lectura me quedé un poco atascado con las páginas que he escaneado y colocado en este post. Os recomiendo leerlas, al igual que el resto del libro, claro.

(Vale, sé que las páginas han quedado escaneadas a tamaño enano, pero si supierais que un scanner ha muerto en el intento y que llevo tres días intentando colgarlas a tamaño legible, tal vez seríais más comprensivos... ¿No? Joder, qué lectores más duros tengo...)

En esas páginas hay algo que me hizo pensar y, en la medida de mis posibilidades, llevarle la contraria a la autora.

Ah, por cierto, este post no va a ser ligero. Es de esos densos que me marco de vez en cuando.

¿Tienes un rato? Venga, te dejo que te prepares un café.

¿Ya?

Vamos al lío.

En estas páginas, Ana viene a abordar la cuestión básica: ¿para qué necesitamos historias?

(Por cierto, ¿os imagináis a Linda Seger preguntándose esto?)

La respuesta viene a ser:

Necesitamos historias para que nos expliquen el mundo.

¿Cómo surge la ficción?

(Resumo muy torpemente lo que se dice en el libro)

Según Ana el orden es el siguiente:

Homínidos observan el mundo. Quieren entenderlo. Ven efectos, buscan sus causas.

Acuden a la religión, que les da una respuesta: el mundo es así, porque así lo quiere un dios. Dios es la causa.

La respuesta resulta insatisfactoria: se encuentran normas que explican que el mundo sea así. Otras causas no divinas: el incendio viene de una chispa no apagada, por ejemplo.

El descubrimiento y codificación de esas normas se llama ciencia.

La ciencia desplaza y destierra las explicaciones religiosas.

Pero...

La ciencia no basta para explicar el mundo. Ocurren hechos que la razón no puede explicar de modo satisfactorio. Ejemplo: un hombre joven y sano muere sin causa aparente.

Estos sucesos inexplicables nos enfrentan a un mundo arbitrario. Algo que nos hace cuestionarnos el sentido de la vida. ¿Merece la pena entonces cuidarse si hasta la persona más sana puede morir? ¿Estamos sometidos al azar? ¿Nada de lo que hagamos influye en lo que nos vaya a ocurrir en el futuro?

Según Ana, es entonces cuando se recurre a la ficción: relatos en los que sí existe una lógica, un sentido. A las acciones de los personajes les siguen consecuencias lógicas. Relaciones de causa - efecto que en la vida muchas veces no son demasiado evidentes.

Estos relatos proporcionan al lector, al espectador, la ilusión de un sentido.

Todo esto parece muy abstracto.

Dirás: nadie se mete en el cine para que la película "dé sentido a su vida".

Claro que no...

No conscientemente.

Pero, pensemos en una de las conversaciones más habituales ante una taquilla de cine:

- ¿Vamos a la del campo de concentración?
- No, hoy no estoy para nazis... ¿vamos a esa?
- ¿La comedia de Lindsay Lohan?
- Sí, ¿te apetece?

La persona que quiere ir a la comedia romántica sabe unas cuantas cosas sobre ella, solo con ver el cartel, el título y el aspecto de los protagonistas: esa película le permitirá evadirse por un rato de los "grandes problemas" de la vida, reforzará su creencia en la importancia del amor y su esperanza de que su vida, como la película, puede acabar bien.

Ese día, ese espectador no quiere ver cuestionadas estas creencias yendo a ver una película, como la del campo de concentración, que vuelva a recordarle la existencia del horror, la injusticia. Una película que, en el fondo, le haga ver que tal vez la vida no merece ser vivida.
En mi opinión, esta es la razón de que un final feliz guste mucho más al público que uno infeliz. Un final infeliz, en el que el esfuerzo del protagonista no es recompensado con el éxito, por ejemplo, viene a recordarle al espectador que tal vez sus intentos por salir adelante en la vida no servirán de nada. La vida es dura e injusta, le dice la peli.

Y eso es algo que casi todos sabemos sin necesidad de entrar en un sala.

Algo parecido ocurre con el periodismo, los documentales, etc.
Expuestos todo el día a un constante goteo informativo, a una sucesión de crónicas sobre atentados en Irak, nos sentamos ante la tele para ver un reportaje de Informe Semanal, que nos explica quiénes son los chiies, quiénes los suníes y porqué se están matando entre ellos.

Esa información, evidentemente, no dará sentido a nuestras vidas, pero sí nos permitirá mantener la idea de que detrás de los acontecimientos puntuales existen planes, conexiones causales: después de que los suníes vuelen la mezquita dorada chii de Samarra, los chiies responden con otro atentado...

Ya no estamos ante una mera sucesión de atentados. Ahora sabemos ordenarlos con algo parecido a un sentido.

El buen periodismo ayuda al espectador a encontrar conexiones causales entre sucesos, a encontrar sentido al mundo real.
La ficción, en cambio, está más relacionada con el campo de las creencias.

Es un vehículo ideal para proporcionar a los espectadores esperanza, para exaltar unos valores patrióticos, unas creencias religiosas, desprovista como está la ficción de la prueba suprema de la comparación con la realidad.
También coincido con Ana en que las religiones fueron desplazadas de ciertos ámbitos, al encontrar los hombres que sus respuestas eran repondidas mejor por la ciencia. De este modo, con el tiempo, parece que el terreno de la religión se ha ido limitando, arrumbada en parte por la ciencia. De todos modos, este proceso se ha realizado de modo muy diferente en el caso de cada religión.
Sin embargo, como he dicho arriba, hay un par de elementos en los que no estoy demasiado de acuerdo con Ana.

Me pongo con ello.

¿Otro café?

Tío, eres un adicto. Venga, te espero, pero date prisa...

¿Podemos ya?

Voy.

En primer lugar, creo que Ana no menciona que la religión también es un relato. Un relato peculiar, pero, en el fondo, un relato. Una explicación universal del mundo que se pretende verdadera y con... capacidad normativa, por hablar así.
En el fondo, la religión es... el superrelato. Es el relato de cómo nació todo, cuáles son las leyes que rigen el mundo, quién las estableció y porqué, cómo se incumplieron, como logramos el perdón por ello... porqué somos lo que somos...
Pero no sólo eso, se trata de un relato que nos dice qué es lo bueno y lo malo y cómo debemos de actuar en nuestra vida si queremos que nos vaya bien.
La religión proporciona a quienes creen en ella una explicación total del mundo. Sus vidas tienen un sentido.

Cosa parecida logra una ideología política, por cierto.

De la explicación de Ana se deduce que, una vez surgida la ciencia, los dioses son enviados al exilio. Evidentemente, la ciencia - a su vez, también un relato sobre el mundo- ha ido minando la credibilidad de algunas explicaciones religiosas.

Sin embargo, es evidente que ciencia y religión continúan coexistiendo. Y la batalla para definir cuáles son sus ámbitos sigue siendo apasionante.

Según se dice en "Cuéntalo Bien", una vez desechadas las explicaciones religiosas, el hombre se da cuenta de la insuficiencia de la ciencia para explicarlo todo y, sobre todo, del caos, de lo arbitrario de la vida y se vuelve hacia otros relatos (incluso si estos se reconocen como ficciones) para dotar a su vida de cierto sentido.

Tengo mis dudas sobre ese orden. En mi opinión, los relatos (ficticios o no) han existido desde siempre.

Algunos de ellos, que se pretendían verdaderos, se transformaron en religiones.

En mi opinión, ciencia, ficción, religión, ensayo, periodismo... son relatos sobre la realidad.

Cada uno de ellos tiene una relación diferente con ésta. Cada uno proporciona diferentes conocimientos, diferentes interpretaciones de la realidad (no digo, ni mucho menos, que todos sean igualmente válidos para conocerla) y satisfacen diferentes necesidades de los lectores o espectadores.

Por eso, opino que siempre habrá ficciones, religiones, ciencia, artículos de prensa... opiniones y ensayos.

Tal vez el gran reto sea aprender a distinguir los unos de los otros y actuar conforme a esta distinción.

Separar lo probado de lo hipotético, la creencia del conocimiento, la ficción basada en un hecho... del hecho en sí.

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6.9.07

Necesito

"Febrero del 94. Roger Avary, coguionista de Pulp Fiction, recibe un llamado del abogado Quentin Tarantino ofreciéndole un trato para sacar su nombre de los créditos. Desorientado, Avary llama a su amigo con quien había escrito el proyecto página tras página en una pieza de Amsterdam. Y éste le confirma: "Sí, necesito que los títulos digan 'escrita y dirigida por Quentin Tarantino'. Te puedo dar crédito por la historia y un porcentaje de las ganancias". Avary está hasta el cuello de deudas y acepta. "Nuestra amistad se acabó, pero con la plata ganada pude comprarme una casa. No me puedo quejar"."


Extraído de aquí, estupenda reseña del libro de Peter Biskind "Sexo, Mentiras y Hollywood"
Vía Escrito Por, gracias, claro.

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5.9.07

Dos o tres cosas que nunca te enseñarán en la escuela ( I )

Mini sección (acumulable a las otras doce secciones empezadas en este blog).

Escrita de modo telegráfico.
Espero ser capaz.

Espíritu de la sección: llevar la contraria a los profesores y manuales de guión.
Primera entrega.

Lo que te dicen:

Lleva siempre una libreta encima, en cualquier momento se te ocurre una idea…”.

Lo que digo yo:

Llevo diez años viviendo de esto y no he visto nunca a un guionista que, en un rapto de inspiración interrumpa una charla y se ponga a garabatear una idea en la barra del bar.

Algunas actrices medio locas, algunos directores y otros tipos que siguen creyendo que esto de escribir es algo medio bohemio, sí lo hacen.

Si ves a un tipo con una libreta en una reunión de guionistas, es el camarero.

Lo que suele tener un guionista en la mano suele ser un gin-tonic.

Mi experiencia: las buenas ideas saben nadar, atraviesan mares de ginebra y tiempo, y llegan indemnes a la orilla.

Las malas suelen hacerte el favor de ahogarse.

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4.9.07

Un hospital con muertos

Imprescindible artículo de David Trueba hoy en El País.
Reproduzco tres fragmentitos pero, por supuesto, os recomiendo leerlo entero.
Sobre las malas películas españolas
"En ningún país del mundo se ha logrado evitar que un porcentaje elevado de sus películas sean fallidas. Si hubiera una fórmula para lograr el acierto artístico, estoy seguro de que alguien ya la habría patentado. Exigirle al cine español que no haga películas malas es como exigir a los hospitales que no haya muertos."
Sobre las causas de la campaña contra el "cine español"
"Una gran parte de la ofensiva contra esa cosa llamada "cine español" nace de su presencia en primera línea de protesta contra la invasión de Irak. No fue debido a una valentía particular. Una sociedad mayoritariamente sublevada contra una decisión del poder necesita de aquellos elementos con relevancia mediática para expandir su disgusto. Y ahí termina, porque sería penoso arrogarse una superioridad moral permanente o utilizar esa relevancia para capitanear toda causa, desde la razonable a la descabellada."
Sobre lo poco razonable que es esa campaña
"También es digno de estudio, y no de encuesta en la calle, sino de análisis psiquiátrico, que esa cosa llamada "cine español" haya recibido en los últimos años cascadas de vituperios cuando ninguna cinematografía no angloparlante ha colocado más películas y profesionales, incluidos cortos y un documental, en la carrera por los Oscar, por citar sólo un premio que a todo el mundo le pone muy cachondo. Pero se me olvidaba: cualquier acierto o éxito de esa cosa llamada "cine español" es siempre tratado como una excepción. Por eso, el único elogio que se hace a una película española es: "No parece española"".

(Sobre la presencia del "cine español" en los Oscars, pueden comprobarse los datos en este post de este mismo blog).


P.S.: Muchas gracias a mi admirado Aquiles (el del florido pantalón) por llamarme la atención sobre este artículo y enviarme el enlace.

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